Liliana Heer

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Liliana Heer

 

 

 

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Arresto poético para Al Capone
Por Sara Cohen
Ñ Libros 04/08/2018

 

Poesía. La escritora Liliana Heer encara al pope de la mafia de Chicago de principios del siglo XX y se lo apropia en versos despiadados.

En Capone en Septiembre, Liliana Heer construye –a través de las voces del narrador, de Capone y de Angie- una historia hecha de fragmentos, una apropiación intensa, despiadada, sentimental y fundamentalmente poética de la leyenda de Al Capone: “Nuestra primera salida/ es a una iglesia/ estampas incienso aureolas candelas/ Capone en Septiembre/ reza a la virgen de Loreto/ hincado ruega/ presiente el caudal de su capilla/ Tengo mi propia Angie/ un trébol de cuatro hojas/ También repite/ Mejor/ seguir/ matando”.
La propuesta viene precedida por palabras del cineasta Jean Luc Godard: “Cuando los hechos se vuelven leyenda hay que obedecer a la leyenda”. Y Heer decide habitar la leyenda, alterarla e intervenirla, desnudar los anhelos de los personajes, ahondar en el poder, desde el esplendor a la decadencia. Espacios urbanos, hitos de la historia del personaje, el amor, la denigración, el origen, la enfermedad. Pero de las tres voces, predomina la voz femenina de Angie, creación urdida por las palabras de la poeta.
Podríamos decir que a través de Angie adquiere cuerpo el gángster: “Angie ¿todavía te atraen mis enemigos?/ No respondo/ tiro mi boca a la basura/ Soy lealmente infiel/ ¿qué pasaría si supiera?/ Antes de él hubo otros escorpiones/ tramposos sutiles bizarros serviles/ mordaces bestiales procaces/ osados de alta presión”. Todo puede suceder: “Hubo otros y otras”. Incluso el cuidado en la prisión y frente a la enfermedad. “Cuido a mi gángster/ beso su boca/ le doy de comer/ curo las ronchas de sus testículos/ Huelen a fresas”.
            El libro tiene apostillas de Ana Arzoumanian y un texto en contratapa de Eduardo Stupía. Los dos escritos buscan cernir algo nodular del trabajo realizado por Heer. Arzoumanian escribe: “No es Capone, ni Angie; es la cicatriz del Scareface la que habla. La herida habla y encierra al lector”. Stupía dice: “la autora ha destilado el líquido huesudo, irreductible, de una mordiente lengua poética perfectamente inmune aún a aquello que ha ido a buscar entre los factores más fascinantes, y eficazmente amorales, de su objeto”.
            Tal como ellos lo expresan, la poeta hace que la herida hable, porque no retrocede frente a lo más abyecto y sumergido, pero a la vez hace surgir de los bordes de la herida algunos perfiles de amor. “En el mar hay un submarino/ en el submarino un visor/ en el visor una jaula/ en la jaula un pájaro/ en el pájaro un secreto/ en el secreto un mensaje/ en el mensaje está escrito/ Angie es mía”.

            Liliana Heer conduce y desconcierta al lector en el recorrido de las distintas facetas que ofrece su indagación, un acontecimiento histórico y social impregnado de sensaciones y corporalidad. Su poesía logra que la leyenda nos interrogue.