Liliana Heer

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Prólogo
Libro
Reseñas

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©2003
Liliana Heer

Libro Cuatro de Nora,
comúnmente llamado
La tercera mitad

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Capítulo 1

Gema de vidrio el color de su piel. ¿Qué hace la costurera con lo que sobra del hilo? Cose callada la boca del cadáver.


Capítulo 2

Una estampa sobresale en la habitación. Con gorro y boa de pieles, ambas manos ocultas, una mujer mira por la ventana. ¿Nora o el dibujo que ella dice haber inspirado? Arte religioso de la época. Sale de la Catedral y un hombre mayor le ruega que se detenga: “¿Es que puedo dibujarla?” Tiene las manos sucias con carbón de leña.
La mujer que cose llevaba una Biblia inglesa que no aparece en el cuadro, en su lugar una mancha de tinta violeta.


Capítulo 3

Nora mira al hombre mayor como si estuviera a una gran distancia. Después mira sólo el sombrero, su color, la copa, el ala, un objeto singular. Sin el sombrero habría sido diferente; ese signo distintivo preludia un acorde, otorga a la vestimenta -larga capa oscura de capuchón caído- la gracia de una ironía. La palabra sombrero, la idea de forma cóncava y convexa, similar a una escultura, el contorno de una lámina opaca otorga densidad al resto del cuerpo.


Capítulo 4

Cada escenario tiene sus leyes, se dejó dibujar, sin embargo durante el acto de captura pensó: “Nada de imágenes, quiero tener la visión de mi sombra cuando atraviesa el jardín del depósito, no ligada a los pies, mi sombra suelta”.


Capítulo 5

Nora sonríe diminuta: una visión increíble igual a una historia narrada al revés. Es posible que todo exista simultáneamente y no tengamos del tiempo la idea correcta. No un punto, un trazo sinuoso, una suma de dislocamientos. La mano a la luz de innumerables velas se vuelve transparente; en otro espacio esto ya ocurrió. Un ataúd lleva en su vientre a una cosechadora de cerezas.


Capítulo 6

Ella no es médium, se encarna a sí misma, experimenta un dolor propio y extraño, ninguna falsa ilusión de felicidad. El cuerpo joven, austero, esbelto ha crecido junto a los cascos de metal que traen la muerte revoloteando como aves salvajes. Nora mira, oye, huele que sólo lo transitorio es verdadero.


Capítulo 7

Lejos del pasado y del presente, sólo sus manos y los recuerdos: una manera de tocar el piano, el ademán de quien emigra, evoca el refugio y suspira. Un tiempo inmaterial, inferior al fracaso, al idioma de la carne o la ceremonia previa a su descomposición.