Liliana Heer

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©2003
Liliana Heer

Vaciado: El  Relato  como  Escultura  Fílmica.
Prólogo al libro Ex crituras profanas de Liliana Heer
Por Ana Arzoumanian



Esta libertad vacía, esta transparencia infinita de lo que, en fin, ya no tiene más la carga de tener sentido
                Georges Bataille



Hurtarse sin cesar mediante una sintaxis descentrada, desviada. Lo sagrado como comedia en la reparación de lo irreparable. Las Ex crituras profanas de Liliana Heer no constituyen una obra reunida, rendida, comunicable. Un derramamiento de sentido que produce sentido; a la oscuridad de la fuente de escritura de ese derramamiento Jean Luc Nancy llama lo excrito. Un afuera del texto. De cada libro que parece que remitiera al siguiente; y no. De cada capítulo que parece generar una cadena; y no. Un nosotros de comunidad escritura- lectura que se retira de la soberanía divina, o de la autoridad legal que ya no se mide por sus instancias. Agotar la escritura. Hacerla saltar. Ahogar toda posibilidad de representación sofocando la novela. Movimiento fulgurante de extravío, tensión de ese suspenso que es corte, contra- estampa escheriana. Espejeo, anagrama, trabajo de tímpano, dice Severo Sarduy, en relación a esa geometría de la escisión. Dilatación o deslizamiento; un desajuste. Las Ex crituras de Liliana Heer despliegan su ardid, su saber hacer de andamiajes atreviéndose con lo imposible: el contra- relato. Una arquitectura del engaño, bajo la clásica invitación de espectáculo. Pasen y vean. Una escritura que no ilumina, es luz que, en la incandescencia, arde. Flujo cegador que deja restos, manchas blancas sin forma, sin contorno.

Ninguna fiesta infinita, ningún triunfo del arte, la economía narrativa no funda genealogías, herencias. Ex crituras profanas.

Extensión y exposición. Cuerpo es la certeza estupefacta, hecha añicos; argumenta Nancy. El cuerpo, este cuerpo textual es el lugar de la creación de un mundo tan inapropiado como inmundo. En las tinieblas, el desconcierto frente a ese intruso, ese ajeno concebido excrito. Más que el anuncio del fin; ¿qué es lo que se anuncia? Nada. Destruktion heideggeriana que es desmontaje. Gesto ni crítico, ni perpetrador “Noli me tangere”. Escribir o tocar: “No me toques”. Oscilación de la imagen, ambigüedad de una evidencia que se retira del mundo. No re- presenta sino bajo la condición de relacionarse con la ausencia.

Hay un matiz irónico entre lo que sé y aquello que me obliga a recordar, una verdad más intensa que cualquier reflexión. Me guío por mapas inconexos y otras ayudas falsas, imagino: fin y principio sin interferencias, siempre en dirección al vacío.
Liliana Heer.

“En el comienzo creó Dios el cielo y la tierra”, capítulo 1, versículo 1, Génesis. ¿Génesis? Palabra hermana del latín, gígnere, origen de engendrar; primer libro del Pentateuco que contiene la narración de la creación del mundo. Procrear, producir, hacer nacer: yo engendro. Diferencia radical. Sacrificar el verbo por el sustantivo. Máquina literaria que sustrae, desliga. Puro, profano, libre de nombres sagrados; el dispositivo textual hace disponible el orden, lo restituye al comercio, lo hace consumible volviendo inoperante su anterior legítima propiedad.

La palabra Génesis es una traducción al griego de la palabra hebrea Bereshít que se compone de otras dos, Be y Reshit, “con el principio”. Reshit es una primicia, es decir lo primero y lo mejor que se ofrenda en el Templo. El Pentateuco, texto eminentemente legal, no comienza con una norma, un precepto; sino con una descripción: Al comienzo… Descripción que gira en torno al sujeto- Dios, quien por ser el generador- propietario es eje en torno al cual se regulan los repartos.

 “Noli me tangere” le dice Jesús a María Magdalena. Y Liliana Heer arranca a la palabra la posibilidad política para una generación que viene, que está por venir. No se deja neutralizar por el verbo en ese tiempo del Génesis- Bereshít donde el lenguaje no sólo es descriptivo sino constructor de la realidad.

Yo engendro

Engendro; lo mal concebido, deforme. “Esta es la ascendencia del cielo” la geología, el registro, el origen, la crónica… las ex crituras. El arribante afecta de tal modo el territorio que pide dar nuevas definiciones: quién es el invasor, el ocupante, el colono.

Ante la profanación quedamos expuestos, sin protección, sin prótesis, sin sustitución posible.

Engendro

La línea de la frontera se ve amenazada, ese excedente que llega. “Y el hombre intimó con su mujer y ella quedó embarazada, pues dijo: he creado un hombre”. No dice, he creado un niño, sino “un hombre”.

Ella engendra

El verbo crear puede ser entendido como “he adquirido”, “he comprado”. En una versión del año 1640 se lee la palabra ingenuo al nacido en el país. Liliana Heer pulveriza la candidez, pulsa la tensión hacia el quiebre de la macroestructura del texto. Y en esta trasgresión lo que la autora desea es que el lector descubra esa profanación y que ese descubrimiento funcione como un interruptor que desencadene un tipo especial de inferencia: la implicancia.

Segmentación, puntuación y titulación trabajan sobre el fósil textual, restos de formas rituales que se degradan imposibilitando el consumo. Esa es la experiencia del vacío. Secuencia heterogénea de la narración que se resiste al dominio de la producción (de sentido) a la referencia identitaria de la subjetividad. Desarmado el territorio, sin el amo- objeto- a- repartir el asentamiento es una ilusión que se desvanece. Ex crituras profanas engendra una lectura desligada de las habituales construcciones culturales: la lógica del sujeto de derecho.

“Este es el registro genealógico de los descendientes de Adam.”

Libro, listado, registro, un relato. Toda filiación funciona como respuesta legal a la pregunta de la procedencia ¿De dónde viene la ley?

Una profanación. Una des- acreditación. Una traición.

Él descuenta, agrupa, simplifica, se contradice, necesita dar explicaciones, rodeos, incluso mentir. A veces, copiar es su única alternativa.
Liliana Heer

La estrategia de hacer creer. Hacer el cuento, la trama. Lo fingido, la comedia, lo infiel. Trampa de un lenguaje que simula “escribir” algo a contrapelo de la preterición: no expresar ese algo que no se quiere decir diciendo que se va a decir. Abandonar el fue escrito, está escrito, es palabra de dios. Seguir cierto trayecto trazado por Beckett y su unword. Si Artaud escribía para analfabetos, si buscaba en el lector aquello que no sabía leer, Liliana Heer idea un plan, un pretexto, eso que en siglo XVII consistía en poner como bordado o tejido delante de algo.

La narración es una de las formas de expresión que se funda sobre la pregunta de la identidad: ¿qué es? El relato comienza: Es cuando…, es como… Narración o forma de comprender el mundo, de acercarnos a lo distante, para informar, para argumentar, para persuadir….

Para engañar.
Engendro. Degeneración.

Ahí donde se esperaba una producción, se encuentra una deformidad.

El uso desviado o el vicio lingüístico, tabú de determinados comportamientos discursivos, el escándalo por la palabra reflexiona sobre lo que significa decir la verdad o sobre la frontera del hasta dónde se puede mentir.

Si estuviésemos ante un repertorio codificado, la falsificación o la manipulación harían lugar a aquello que podría llamarse delito discursivo. Sin embargo aquí el tópico no es la violación de una norma sino el abandono de la ley como instancia. Dios muere no sólo para la comunidad de fieles; Dios muere para sí mismo. La brecha en el orden del sentido abre un vacío. Algo no dice, algo es impotente, algo anuncia que en el texto no hay nada, ningún secreto que deba ser revelado.

Extrema opacidad en la desnudez extrema, el libro arroja al abismo precipitado de la soledad absoluta. No le ha dado nada al lector. O en verdad sí, su abandono. Ese colectivo político llamado lectores se sostendría como colectividad fuera de lugar, obsceno. Imposible “normalizar” al engendro. El que quede fuera toda idea de compensación implica no sólo que no se puede demandar sino que no hay nadie a quien recurrir, de quien dar fe.

Capítulo tras capítulo el libro termina con el gesto de la autora liquidando la garantía de significación. Leer como proceso, como un acto in absentia.

Soy el Príncipe Latente, un peregrino inmóvil, mi tierra prometida sigue siendo la palabra, de sobra o en falta, nunca la estupidez del diálogo, la maravilla del diálogo, su dolor, su pujanza, el poderío, la estafa circular del dominio, esa condición teñida de cortesía con la potestad de turno: Ahora usted, primero yo.
Liliana Heer

No es un relato erótico. No violenta una ley en nombre de una libertad o una libertad en nombre de una ley. No es pornográfico porque no instala una dictadura del repertorio. Los escultores saben que para obtener la perdurabilidad de la obra modelada deben vaciarla, fundirla. Vaciar es obtener una forma en hueco para llenarla después con fundición. Ese es el arte de Liliana Heer, su vacío legal impreso de palabras sólidas que ella reduce, licua,  las convierte en líquidas; calentándolas.

Ex crituras profanas consta de dieciséis libros divididos cada uno en diversos capítulos. La biblia o el código o el sistema como fuente del derecho. Máxima ficción que instaura un sujeto des- acreditado.

 “Todo paso hacia la atrofia del linaje, todos los azares desgraciados, todas las señales de degeneración, del advenimiento de la disolución, reducen más bien el temor al espíritu del fundador y dan una idea cada vez más baja de su prudencia, providencia y presencia de poder.”
Friedrich Nietzsche

No es concebible ver y sentir la realidad, dice Pasolini en relación al plano- secuencia fílmico, mientras sucede, si no es desde un solo ángulo visual. Este ángulo es siempre el de un sujeto que ve y siente. Sujeto de carne y hueso de la “toma directa” en el acaecer que es siempre en el tiempo presente. Ahora bien, supongamos que disponemos no sólo de una filmación sino de una docena de filmaciones análogas sobre el mismo hecho. Añadimos unos a otros diversos planos- secuencias subjetivos obteniendo una multiplicación de presentes, como si la acción en vez de llevarse a cabo una vez ante nuestros ojos, sucediese varias veces. Esta multiplicación es una abolición, una aniquilación del presente, su falta de “credibilidad”, su imprecisión. El presente como expresión de las distintas subjetivas como planos- secuencia es el trabajo que realiza Liliana Heer en su literatura. Lenguaje de la acción, estratagema que no es yuxtaposición, no se limita a anular el concepto de presente sino que convierte el presente en pasado.

Nora sonríe diminuta: una visión increíble igual a una historia narrada al revés. Es posible que todo exista simultáneamente y no tengamos del tiempo la idea correcta. No un punto, un trazo sinuoso, una suma de dislocamientos. La mano a la luz de innumerables velas se vuelve transparente; en otro espacio esto ya ocurrió. Un ataúd lleva en su vientre a una cosechadora de cerezas.
Liliana Heer

Hasta que yo no esté muerto, escribe Pasolini, nadie podrá dar un sentido a mi acción que, en cuanto momento lingüístico es difícil de descifrar. Lenguaje intraducible, inestable, incierto.

Liliana Heer se cumple en la idea que imprime Blanchot acerca de la exigencia de la obra:

“todo no es todavía bastante, porque no se trata de consagrar el tiempo al trabajo, de pasar su tiempo escribiendo, sino de pasar a otro tiempo donde ya no hay trabajo, de aproximarse a ese punto donde el tiempo se ha perdido, donde se entra en la fascinación y la soledad de la ausencia de tiempo”.

Nos mueve una fuerza engañosa.

Liliana Heer