Liliana Heer




©2003
Liliana Heer

Reseñas sobre Neón

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Una viñeta para la novela Neón
Nicolás Peyceré

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Se especifica de Baruch de Spinosa que disfrutaba con la lucha de arañas.
Se especifica de Liliana Heer de Esperanza que jugaba con personas colocadas en un texto.
Un lector está en leer Neón, un texto. Texto de tela de araña. Lee que hay hilos tenues; donde las  ideas se encolumnan para formar los versos. Hilos. También donde las ideas hacen encuentros de párrafos de la prosa. Allí sucede La Médula, de las luchas. De un Viajante, de una Niña-Costurera-Celadora, de un Tutor-Alcalde. En el sitio Casa-Sótano-Cárcel. Los vicios del narrador son como disfrutes con las luchas de arañas. Cuando las ideas corren por los hilos de tela que hacen costura, o estrías, o trinidad, o lombrices, o dardos, y grises de agua de lluvia.
Un lector goza un éxito semántico entre los hilos de versos. El lector teme un éxito semántico de La Médula, en la prosa. Donde se halla, la crispación, la impiedad disimulada, la sortija perdida, el parto en avalancha, y el devorar, y sorbos y atragantamientos. Se incita: Stop, stop: La Médula ocupa el lugar.
Un lector goza y teme, los alimentos de la cena de la noche distinta. Hay un abocar, un asir con la boca, eso neto y eso confuso. Teme que el relato en lo más subrepticio sea real, como el dibujo del desposorio de Daum con su autómata. Y quede aprehendido él mismo en tal semántica de hilos de araña. En la virtud viciosa de las gramáticas del Narrador.


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