Liliana Heer

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©2003
Liliana Heer

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Sobre la antología "Mi madre sobre todo"
Por Graciana Petrone

El libro es el primer título de la colección Narrativas contemporáneas que publica la Editorial Fundación Ross y reúne cuentos de reconocidos autores de distintos puntos del país.

 

Resulta indiscutible que la figura materna genera sentimientos intensos. A menudo también abre senderos resbaladizos por donde transitan desencantos, odios, pasiones, infortunios, adoraciones y orfandades. Los cuentos reunidos en la antología Mi madre sobre todo, a través de la heterogeneidad de plumas de reconocidos autores y múltiples miradas, demuestran que de las más variadas sensaciones, jamás surgirá la indiferencia. La obra corresponde al primer título de la colección Narrativas Contemporáneas, a cargo de las escritoras Marta Ortiz y Gloria Lenardón, que publica la Editorial Fundación Ross de la ciudad de Rosario.

 

Una de las premisas de la colección fue “arrancar con un tema feudante”, como lo es la madre. “Es un buen símbolo para un inicio – asegura Ortiz – pero bajo la tutela de la mirada almodovariana, para intentar salir del estereotipo dominante”. No en vano, entonces, la hibridez de formas y contenidos constituyen el eje que atraviesa los relatos. Tampoco hay lugar a dudas de las innumerables maneras con que los autores idealizan, evocan, describen o perciben a las protagonistas de sus cuentos. “La madre da para todo – señalan las coordinadoras  – y dada su generosidad, da también a la lengua”.

 

Diversidad de voces y miradas
El ordenamiento de los relatos no fue arbitrario, ya que los autores aparecen en el libro por orden alfabético. De este modo, el primer cuento, Como si fuera hoy, pertenece al periodista y escritor Osvaldo Aguirre, quien describe, en una puesta realista, a una madre que intenta reunir sus memorias en un diario. Luego, María Teresa Andruetto narra, en Lo dicen para que oiga, los momentos de una hija en plena partida de su casa materna, con el consecuente dolor, pero también con la rebeldía que la ruptura impone. Jorge Barquero realiza una construcción impecable en Visitas de 15 a 17, donde utiliza una suerte de juego gramatical complejo del que sale completamente airoso. Su cuento es un diálogo intenso que mantiene un hijo con su madre, junto a la cama de un hospital.

 

Oliverio Cohelo, en Los demonios, da vida a Mario, un desempleado que vive con su madre en una pieza rentada y cuyos únicos ingresos provienen de la pensión que la mujer recibe, pero todo puede cambiar cuando un desconocido irrumpe en la escena, con una extraña propuesta. Para toda la eternidad, de Mempo Giardinelli, obliga al lector a sumergirse en los terrenos del terror cuando al morir la madre de Felipe, éste decide practicar una especie de rito escalofriante en un cementerio, motivado por un desconcertante impulso por reunir a sus padres.
  
Eva, Patria o Naturaleza. Para Angélica Gorosdicher todas ellas encarnan la figura materna, postura que sostiene en un coloquio visceral y con vehemencia apasionada en su relato Madre no hay una sola. En Acuarela trágica, de Liliana Heer, Anne evoca el día del velorio de su madre y muestra, en forma descarnada, los cambios dolorosos en los roles familiares, con el paso de los años, a raíz de la pérdida. Luego, en Tu madre bajo la nevada sin mirar atrás, Patricio Pron recrea el periplo de un hijo que intenta descubrir un pasado materno que desconoce, aunque la verdad le devuelva una imagen que, tal vez, no hubiera deseado conocer jamás.

 

En La compañera, Guillermo Saccomano ratifica, una diversidad indiscutida de voces y miradas al narrar, con detalles enternecedores, de qué manera una familia porteña vive la muerte de Evita, entre la admiración y el rechazo de sus distintos integrantes. Pero no todo es idolatría y, por eso, Luisa Valenzuela rompe ciertos mitos y entrega Cuchillo y madre, un cuento profundo y psicológico que mantiene en vilo al lector y en el que desnuda la compleja dicotomía del amor-odio. Como un recuerdo nítido, pero lejano, Susana Zzwarc retrata, en El pañuelo, a una madre que pone en escena su dolor. Por último, Irma Verolín, en Figuras sobre un fondo oscuro, cuenta la historia de una mujer que perdió a su madre siendo niña y, para ello, se reencuentra con su hermana mayor luego de muchos años, aunque sólo logre que su madre “muera por segunda vez”.

 

Mi madre sobre todo es una entrega ambiciosa que conjuga la diversidad de estilos y la pluralidad de voces de un selecto grupo de escritores, en donde cada uno coloca en los cuentos un sentir diferente. No es casual que en el prólogo de la obra las coordinadoras de la colección escriban que el amor, el humor, la muerte, el exotismo o el misterio forman parte del condimento que altera la comedia humana.  “La letra que da vida a este libro – dicen Ortiz y Lenardón – crece como un gran animal fantástico”.

Graciana Petrone - Mi madre sobretodo

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