Liliana Heer

Diálogos

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©2003
Liliana Heer

Conversación en la Habana.
Entrevista con la escritora argentina Liliana Heer
La escritura para sobrevivir
Por Helen Hernández
La Jiribilla, revista de cultura cubana,
Año V Febrero 2007, La Habana.



Conversando sobre mujeres y literatura encontré a la escritora argentina Liliana Heer. En su ponencia reivindicaba el poder de las letras femeninas, en especial a la hora de abordar los aspectos del erotismo y del cuerpo. Me resultó interesante, deseé conocer más acerca de su pensamiento y su literatura.

Llegó a La Habana para participar en la XVI Feria de Libro, donde se han publicado dos títulos en los que participa, como una de las voces más importantes de las letras de su país: el primero, la antología publicado por la Editorial Arte y Literatura, Narrativa Argentina Contemporánea,  en la que se incluye su cuento “Verano Rojo”; y el otro, la compilación Palabra Viva, que compila textos de escritoras y escritores desaparecidos o asesinados durante la dictadura militar argentina.

Aprendió a escribir y a tocar el piano casi al mismo tiempo. Su madre fue una importante concertista. Tal vez por eso sea amiga de un arte integrador y no solo incursione en la narrativa, sino en el guión cinematográfico y la crítica narrativa. Entre sus libros publicados se encuentran Dejarse llevar de relatos; y las novelas Frescos de amor y Bloyd, esta última resultó premio Boris Vian en 1984.

H.H. Género y literatura. ¿Cómo relaciona estos dos conceptos?

L.H. Yo trabajo lo de-generado, la ruptura de géneros en el sentido de lo teatral, lo cinematográfico, lo plástico y lo literario; inmiscuyéndose cada uno como si fuera un palimpsesto con miles de capas. Ahora, evidentemente, cada quien escribe lo que ha vivido, lo que ha soñado, lo que vivirá. Por eso me gusta decir que no hay autor, hay obra; pues no se puede confundir una literatura Rioplatense con una literatura caribeña aunque tengamos las mismas lecturas, porque tenemos distintas costumbres, otro calor, otro rumor de la letra, y eso es lo que finalmente queda reflejado en la escritura.

H.H. ¿Qué distingue el texto escrito por una mujer?

L.H. El cuerpo de la mujer tiene una leyenda trágica pues ha sido tan desplazado que no podemos apartarnos de todas las marcas que han dejado y dejan en el cuerpo. La experiencia vital de ser ciudadana de segunda, con hijos que no tienen el nombre propio de la mujer, nuestras condiciones distintas, el hecho de que las mujeres hemos leído muchísimo más, porque leímos a los hombres y a las mujeres; todo esto influye en la forma de decir de una mujer. Por eso yo reivindico todo este trabajo del feminismo, incluso cuando se puedan llegar a equivocar en ciertos aspectos por sectarismos. Porque yo pienso que está muy bien gritar, está muy bien susurrar, está muy bien escribir y sobre todo, escuchar. En Argentina en estos momentos hay grandes escritoras como Luisa Valenzuela que ha viajado por todo el mundo y es una de las más traducidas a todas las lenguas, Tununa Mercado que ha estado en el exilio y cuya escritura parece un bordado, o María Negroni, quien acaba de escribir una novela que se llama La Anunciación y que cuenta toda la época dura de la dictadura argentina desde adentro. Todas ellas se han preocupado por los problemas de la mujer y están presentes en esta feria.

H.H. La literatura tiene mucho de experiencia vital. ¿Cuáles aspectos de la suya influyen en su forma de narrar?

L.H. Además de ser mujer y argentina, he trabajado como psicoanalista con enfermos de Sida, con prostitutas, intentando resolver desde lo discursivo una serie de problemas en situaciones de aborto, en situaciones de cárcel; y todo eso me ha enseñado.
También traté con esta miscelánea que fue estar bajo el sometimiento de una dictadura militar, cuando de la noche a la mañana intentaba calmar la desesperación de familiares de desaparecidos y al mismo tiempo mi trabajo ponía en riesgo a toda la manzana y a mi casa pues estaba proscrito atender como psicoanalista. En aquel momento, el más duro de la historia Argentina, verdaderamente avasallante por el abuso de poder del estado, yo sentí que si no escribía no iba a poder sobrevivir. Entonces inventé un personaje que era una cosedora de cadáveres, Nora, la protagonista central de mi libro La tercera mitad. Ella cose callada la boca del cadáver, está en un sitio donde los tiene que arreglar, metaforizando el infierno que estaba transcurriendo. Esta fue mi reacción.

H.H. ¿De qué le sirve ser psicoanalista a la hora de abordar la escritura?

L.H. Es un instrumento infinitamente superior ser escritora para ser psicoanalista que ser psicoanalista para ser escritora. Es decir, en los momentos de coyuntura, de dolor, de crisis y desesperación de un paciente, la palabra poética es una forma de intervenir que va más allá del sujeto, del yo, e inclusive apela más allá del otro. En los últimos seminarios de Lacan, él se refiere a la interpretación como una entonación. Así que todo lo que leo, lo que escribo, toda la poesía, la música, el teatro de la vida sublimado; me sirve para interpretar.
 
 H.H. ¿En este  siglo, qué es lo que debe hacer la literatura y en especial, la escrita por mujeres?

L.H. Los argentinos venimos de la mezcla, del mestizaje, y este mestizaje nos lleva  a ser promiscuos en el arte, a tener relaciones con la literatura, con la música, con la plástica, con el cine. Yo diría que hoy día, si uno no ve varias veces una película y sigue el cine de autor, si no ve mucha imagen; no sabe hacer montaje literario. El siglo XIX ya pasó y la crítica que yo haría es que la mayor parte de la literatura adolece de renovación. Y muchas veces yo me doy martillazos, porque me incluyo, porque lo que ya está escrito hay que moverlo si queremos que nos lean. Hay que ser permeables al cambio.
En cuanto a las mujeres, siento que habiendo sido herederas de luchadoras arremangadas que han conseguido muchísimo lugar para la mujer; tenemos que dar lo mejor que podamos en cuanto a la letra que quede. No la protesta, sino el atravesamiento de las diferencias, sin fundamentalismo alguno, y que a la vez incluya todos los tonos.

H.H. ¿Cómo lleva este principio a su literatura?

L.H. Siendo muy crítica con lo que escribo, sin que importe qué sello editorial me publique o quién me haga un reportaje.

H.H. ¿Qué le ha llamado la atención en esta Feria del Libro donde Argentina es el país invitado de honor?

L.H. Fundamentalísima es la atención de los organizadores. Lo primero que tengo que decir es que el trato del pueblo cubano es inigualable. Yo he estado en Frankfurt, en Nueva York, en muchísimos sitios; pero nunca me había sentido así. Hay algo muy hermoso en la apuesta del pueblo cubano y esta feria lo revela. El que Argentina sea el país invitado de honor me llena de felicidad; pero ya ahí se me saldría el orgullo, y ese es mejor dejarlo guardado.


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