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Liliana Heer

Reseñas de La tercera mitad

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La tercera mitad
Por María Adela Renard
Diario La Nación
Bs As, mayo de 1988

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Liliana Heer cuenta entre los escritores cuya narrativa intenta renovar los cánones transitados en nuestra literatura hasta la década del setenta. Se dio a conocer en 1980 con Dejarse llevar, libro de relatos que mereció crítica elogiosa por parte de Jaime Rest. Después de otras publicaciones, apareció Bloyd en 1984. Esta novela fue reeditada un año después y obtuvo el premio Boris Vian. También es de su autoría la obra teatral Ubi Sünt.
Si en Bloyd Liliana Heer afirma que el erotismo es centro de un universo donde los cuerpos sostienen el lenguaje y asumen el rol de testigos que pueden enunciar su poder, en La tercera mitad persevera su indagación respecto de este poder a partir de un discurso que: cobra linealidad  -valga la paradoja- en la ruptura.
Apogeo de la fragmentación, espacio donde un narrador omnisciente dispone caóticamente un aumento de sesgo críptico que conjuga acciones, actitudes y pensamiento introduciendo a Blas -principal protagonista, descendiente de una antigua familia de armeros, biógrafo y traductor– en historias diversas que piden volver a oírse. Leemos: “Entre algunas palabras y otras hay una relación similar a la que existe entre la escena teatral y aquella perpetuada en los recuerdos y sus interrogantes: Es imprescindible oírlas de nuevo para vislumbrar el nexo".
Simultáneamente están concebidas las ficciones de cuya unión surge el relato de un crimen donde la huida, el vicio y la vejación redondean una imagen de la muerte en contrapunto constante con el enigma de la vida. Hasta aquí llega una de las lecturas de esta novela de compleja trama cuyo protagonismo en la fusión de hechos y personajes se describe en elipsis.
Otra lectura, paralela y coincidente a la vez, aborda la problemática de la palabra. Diríase que ésta asume el rol principal. Las palabras, vistas por Liliana Heer como “un enorme incendio de pasto seco", se interrogan aquí igual que el cuerpo simbólico de la historia y como el arte, acerca del último sentido de sí mismas. Todo se relaciona íntimamente con ellas. Recuerdan, desplazan, enaltecen, revisten duda o convicción, afirman o niegan. Cesan o mueren ante la elocuencia del silencio, cuyo espacio abierto hacia innumerables sentidos es presencia latente en los intersticios y entrelíneas de esta novela. "Centenares de palabras, esfera azul, búsqueda de la aguja que pudo haber caído en otra parte y une la construcción cuyos tejados flotan."
Hábilmente, la autora acerca y distancia respectivamente y en continuo vaivén la representación del objeto,  la imaginación de la realidad, el arte de la vida, con alusión al misterio del  tiempo y también mediante referencia a valores pictóricos, literarios y musicales consagrados definitivamente, al mito de Circe, etcétera. Todo, creemos, para nombrar la fascinante aventura del hombre procurando mantenerse en el extraño equilibrio que integra mientras cubre: con su paso el tiempo, "materia informe", que lo subyuga y espanta por ser "universo nacido del silencio, tenaz, sonoro, ardiente, con el poder de las trompetas del mediodía”.
Con La tercera mitad, título que sin duda designa el plano de lo innombrable y de todo arcano que acosa al hombre, Liliana Heer intenta –y logra- configurar lo indecible mediante una propuesta que pide ser descifrada por el lector.


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