Liliana Heer

Contratapa
Prólogos
Primer capítulo
Ilustraciones
Epílogo
Presentación

Reseñas


<



©2003
Liliana Heer

 

 

 


Prólogos

APLAUDIR
Por Ana Arzoumanian

En el año 1897 la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires
le otorga a Macedonio Fernández el título de doctor en jurisprudencia
por una tesis titulada “De las personas”. Persona: ser o
entidad capaz de derechos y obligaciones, aunque no tenga existencia
individual física. Personas físicas, naturales o de existencia visible,
y las jurídicas o ideales, pero aun las por nacer. Superada la
esclavitud, y más allá del sojuzgamiento de los regímenes tiránicos,
toda persona física es también una persona jurídica porque tiene derechos.
El teatro, los personajes, ponen en cuestión esta conclusión primera
haciéndola devenir parte de un tecnicismo. ¿Todas las personas
están incluidas en los derechos y obligaciones de un régimen?
Todos los entes que presentasen signos característicos de humanidad,
sin distinción de cualidades o accidentes, son personas de
existencia visible, determina el código civil y la literatura ahonda
sobre la humanidad y sus signos.
El teatro.
La personería o personalidad representa la aptitud para ser sujeto
de derecho. “Dame un anestésico, destrózame, no puedo, no
puedo más. No me toques, todo es una vergüenza, una falsificación,
mentira. Déjame soy venenosa, un ultraje, fría”. Teatro. Tal
vez ya no necesiten la ayuda del proyector ni de la película ni de
la cinta de sonido, escribe Ingmar Bergman en “Persona”: ahora
se extienden en busca de nuestros sentidos, hasta lo más profundo,
hasta nuestra retina, o hasta las más delicadas ramificaciones
del oído. Teatro.
La ley habla de personas abstractas, artificiales, civiles, ficticias,
incorporales o de existencia ideal para salvar el abismo de la
mascarada.
¿Qué es un actor si no un cuerpo dentro de un personaje? En el doble
acto de escribir en los alrededores de Macedonio, Liliana Heer descubre
ese cuerpo, lo vuelve a cubrir. Cuerpo que es otra forma de decir
cadáver. Quizás, entonces, hacer teatro sea una manera de ir contra un
entierro. No es Antígona, Liliana Heer, no es Ismene; es lo que va en
contra. Aquella que insiste en el juego.
Sobre las tablas, los actores. El actor que también es el nombre
que se da al demandante en un juicio, recorre el despeñadero de un
tiempo que se juega en el escenario; así se hace presente lo muerto,
se lo vuelve eterno.