©2003 |
Reseñas sobre Neón --------------------------------------------------------------- Cárcel de neón --- Hay obras conscientes de sí mismas que, en sus propias
páginas, contienen un comentario autorreferencial que condiciona
la tarea de hacer una reseña. Tal es el caso de Neón -el nuevo libro de Liliana Heer- que, no obstante, también da pie a interpretaciones ajenas. La condición de enmiendo imperceptible de este libro, ambientado en un presidio que tiene mucho de neuropsiquiátrico (espacio trabajado por Heer en su anterior novela Pretexto Mozart), se hace extensiva a sus personajes, quienes son nombrados durante diversas etapas de su vida por lo que hacen: La Costurera (hablando de suturas), ex Celadora, ex Niña, es la hija de la amante asesinada del Alcaide de la prisión quien, en tanto su ex Tutor, siente haber perdido a su hija postiza a quien violaba y golpeaba “como hacía con su madre”, a manos de El Viajante, ex indultado, ex interno, un hombre preso sólo por hacer estafas. Entre tanta naturalización del incesto y la violencia y tanta extrañeza de lo cotidiano (la Costurera quedó muda luego de un ataque de los presos), estos personajes constituyen un triángulo amoroso en el que cada lado representaría un determinado género: el Tutor -el drama- es el que “se va en gestos”, el Viajante -la narrativa- es el que “se va en palabras” y la Costurera -el lirismo-, es pura interioridad. El cine, por su parte, se inmiscuye a partir de escenas que parecen sacadas de películas célebres, como la del motín y la comida podrida (¿homenaje a El acorazado Potemkin?). Y por último, y acá volvemos a lo que decíamos al principio, el gran faro de confusión controlada de Neón lo constituye una cuarta voz (¿acaso la voz del crítico?) que abre el paraguas y adelanta posibles halagos y críticas: “¿Cómo convertir en centrífuga una historia centrípeta? En la trama hay ingredientes contradictorios. Punga entre fe y pulverización. Desdén hacia el antiguo juego de los versos. Ingenio para estar siempre en otro sitio (por ir más lejos sin avanzar)”; “Debería encontrar un círculo más amplio, documentarse, comparar una cárcel con otra. Un tratado proporcional del dispositivo carcelario permitiría aunar el suspenso entre campo exterior e interior”. En definitiva, Neón es un libro escrito con pericia en todos los géneros que aborda, y supone una experiencia de lectura desestabilizadora tanto en la teoría como en la práctica. --- |