©2003 |
MUSICA DEL AZAR
sed de algunos fans, resolvieron hacer una pequeña muestra de largos y cortos en el Bar Olimpo. Recibí el llamado con la dirección del lugar: Irigoyen y Arregui, y a los pocos días una tarjeta de El Sembrador de Jean Corot con el título de los films. Desconocía que en Buenos Aires existiera el barrio Versalles. El divino Marques, la Revolución y Monsieur Guillotine vinieron a mi memoria junto a los jardines. La imaginación es un músculo. Así como algunas veces los hechos parecen desarticulados, los RG y el Bar Olimpo actuaban desde una usina impresionista con plus de humor y exentos del maleficio de la duda. Fiesta de paradojas, modelo de show: prestidigitación temporal. Con regocijo, pero sin rasgos de impaciencia, los mirones de siempre, adictos al celuloide, curioseamos la escenografía hasta que se abrió el fuego. La imagen dio luz al sonido. Simultaneidad de tomas. Fichas de Mah-jongg como protagonistas de Un Ruido Que Enloquece: potencias bajo el signo de lo falso, variedad de presentes, autonomía del off. La secuencia de Guzmán había sido filmada en el Olimpo, sin corte. Príncipe del claroscuro, un mozo con modales irlandeses, destapa botellas, pone chapitas en su delantal, conversa con algunos clientes, entra y sale del mostrador. Es zurdo, se nota cuando da lumbre a una mujer de pie junto al billar. De pronto se escucha un tintineo, ha llegado el momento, el mozo sale a la vereda y cual campesino de Corot, siembra de estrellas el asfalto.
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