Liliana Heer

Ficción crítica

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©2003
Liliana Heer

Legado Cortázar  
Por Liliana Heer
Texto leído durante la ceremonia de entrega del VII Premio Iberoamericano  de Cuento "Julio Cortázar 2008"
Casa de las Américas
La Habana, 27 de agosto 2008



“Nunca sabré cómo contar esto…” -es la primera frase de “Las babas del diablo”- a la que adhiero afirmando: Nunca sabré cómo contar la experiencia de lectura siendo jurado del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar.
Si pudiera, enunciaría un pronombre que contenga todos los nombres y a la vez fragmente las sílabas hasta construir un sonido familiar e inaudito, absolutamente nuevo, tan cercano a la música como al furor de la trama. Transmitir la experiencia de lectura es cruzar el funcionamiento de un cuerpo y el de una usina; nervios, músculos, poleas, cintas avanzan entre pigmentos videntes de imaginación superlativa.
Por qué acepté con alegría esta invitación y por qué los buenos cuentos piden ser recontados, leídos, galardonados, no tiene respuesta, es un hecho de facto, mejor dejar afuera los interrogantes. Mejor contar la acción de la piedra o la araña en el zapato, contar para que el estómago -ese órgano que Flaubert en Bouvard et Pecuchet describía como causante del aburrimiento- nos contente.

Voy a poner cierto orden. Soy quien soy y simultáneamente soy el espíritu mismo de Cortázar -a quien leí y releí con entusiasmo creciente desde mi juventud. Bajo esa condición, pasando por algún estado o por varios a la vez, recorrimos juntos las páginas de todos los cuentos escritos para este certamem de La Habana 2008. ¿Será solamente mi verdad? No, estoy segura, somos varios los que compartimos esta pasión. Sin embargo, mientras cuento la experiencia, estoy / estamos solos.

He visto pasar historias sorprendentes, aperturas, desenlaces, devenires. Nubes reptando cielos. Vientos sobre el Río de la Plata, sobre el Sena y sobre las aguas que circundan la isla de las islas del Caribe.
Llovería despacio el tiempo de escoger.

Cortázar es escribir el equívoco, una manera de ingresar a los acontecimientos con máximo compromiso de subjetividad. Estimulados los sentidos, esas veletas de cobre que apuntan a la bifurcación entre la vigilia y el sueño, el mirar y lo mirado, la realidad una y las otras.

Cortázar es escribir el humor y la poesía. Un aprendizaje metafísico, trágico, cómico, esotérico, lúdico. En las etapas de iniciación permanente hay siempre listo un manual.
Repetir una consigna endulza la soledad.
Alternar la mesura con la vocación de belleza.                  
Abrirse paso al mundo.
Llorar con ingenio,
oír el paisaje del canto,
temer al recelo y al desasosiego,  
entender los signos del bien y del mal.  
Aniquilar el hábito,
destruir las formas tradicionales en afán de construir.
Contra la clasificación y la impostura, vuelto el tiempo latido, tentación comestible, palco al absurdo.

El legado de Cortázar es extraordinario. Su biografía literaria, política, filosófica, condensada en acciones, imágenes, libros, cuerpos, personajes está diseminada en el presente y en los tiempos que vendrán.


Texto Publicado en Archivos del Sur, Septiembre 2008