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Liliana Heer
Ficción crítica
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©2003
Liliana Heer
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Viaje de otoño
Por Liliana Heer
A fines de 1999, en Belgrado, va a ser publicada una antología de escritores argentinos. La aspiración de conocer algo más allá de Borges, Cortázar y Sábato, se cumple. Hasta tal punto los textos de Borges influyeron en los Balcanes, que existe una corriente en la literatura yugoslava denominada borgeana.
Así como en Argentina, una de las lecturas críticas reside en oponer o mejor dicho presentar a Borges y Arlt como paradigmas, en Yugoslavia ese paradigma estaría constituido por Dostoievski y Borges -dijo un crítico en Montenegro.
Durante el trigésimo quinto Encuentro Internacional de Escritores realizado como todos los años en la ciudad de Belgrado entre los días 15 y 20 de octubre, tuve ocasión de comprobar el marcado interés que existe por conocer la literatura de nuestro país. Interés correlativo al que en Argentina tenemos hacia los escasos autores, inencontrables o de circulación para iniciados. Esto me llevó a proponer en varios círculos la idea editar un libro de narradores contemporáneos, traducidos del serbo croata-croata serbio. Esa idea está en marcha y tiene nombre: Contrapunto Balcánico.
El Encuentro de Escritores, en el que participaron poetas y narradores de veintiséis países fue dedicado a dos temas: El escritor en el mundo multicultural y Continuidad de la cultura serbia. Este último referido a los ocho siglos de existencia del monasterio Hilander y al centenario de la poeta Desanka Maksimovic.
El Encuentro se abrió con un concierto de guitarra ofrecido por un prodigioso músico brasileño -“cuyo nombre no viene a mi memoria” al decir de Les Luthiers- en una atmósfera de amenaza de bombardeo de la OTAN a las zonas militares estratégicas serbias. Frases entrecortadas, entrelíneas, rumores.
Uno de los últimos días de Septiembre, Belgrado había experimentado las consecuencias de un terremoto de magnitudes no desastrosas pero sí alarmantes. Fue durante la noche. Todos creyeron que habían comenzado a bombardearlos. Cada uno tuvo oportunidad de saber cómo reaccionaría. A partir de ese momento una suerte de anticipación del horror fue creciendo y no disminuyó parcialmente hasta que el lunes 9 de octubre fuera anunciada la noticia acerca de una tregua de 96 horas. Años de sufrimiento, duelos, separación de familiares, amigos, costumbres, ciudades, prohibiciones y crisis económica severísima, dotaron a los civiles yugoslavos de un dantesco entrenamiento, la peor de las antesalas: seguir esperando.
Compartir un momento de riesgo mayor abre el circuito de las entregas, el sentimiento paradojal de una intimidad distante, ese mínimo territorio indemne que preserva la palabra, como si el pequeño acto de hablar, leer, evocar, coincidir en algún vértice del patrimonio estético universal, idealmente indestructible, cambiara el destino.
El Encuentro no sólo se desarrolló en el ambiente de las ponencias sino a través de una numerosa lectura de poemas en diferentes instituciones de Belgrado y otras ciudades: Valjevo, Novi Sad, Vrbas, Sombor, Kraljevo, Krusevac, Zvecan, Raska, Uzice, Pristina, Prizren y Gnjilane. Personalmente, tuve oportunidad de leer mis textos en Belgrado, Smederevo, Novi Sad y en Montegro, en la residencia del Rey Nicolás, el rey que entregó generosamente su corona a Peter I De Karadjordjevic.
Otros acontecimientos:
Los días previos al encuentro participé del Orfeo de Otoño en Smederevo, ciudad en la que Peter Handke recibió La Llave de Oro -Premio Internacional de poesía-. Handke agradeció a Antonio Machado el haber escrito su libro de poemas y donó el dinero del premio a la Cruz Roja de Smederevo, para los refugiados. Tenía, Handke, el aspecto de ese especial cansancio que rejuvenece, el cansancio que da compás a los solitarios distraídos. Luego de responder a una serie de reportajes, conversamos en castellano, lengua que maneja con evidente placer y sin acento alguno -una suerte de idioma blanco que sin embargo supone no poder manejar-. Se mostró sorprendido cuando le transmití el interés que sus novelas despiertan en Argentina. Nombré varios títulos, hice brevísimos comentarios y su expresión fue adquiriendo esa sobriedad tenue que se experimenta ante lo sabido pero al mismo tiempo ignorado. Ninguna postura infatuada, la ligereza vital de su prosa de largo aliento. Genio en la materia imposible, como diría Osvaldo Lamborghini. Trapecismo sintáctico y puntuaciones geométricas.
EL MUNDO BOCA ABAJO
Peter Handke
Apenas duermo me despierto
No miro los objetos, los objetos me miran a mí;
No me muevo y se mueven bajo mis pies;
No me veo en el espejo y desde el espejo me miro;
No pronuncio palabras y las palabras me pronuncian a mí:
Voy hacia la ventana y alguien me abre.
Cuando me levanto, estoy acostado:
No abro los ojos, sino los ojos me abren a mí;
No escucho los sonidos, sino los sonidos me escuchan a mí;
No trago el agua, sino el agua me traga;
No alcanzo a agarrar las cosas, sino las cosas me agarran a mí;
No me quito la ropa, sino la ropa me quita a mí;
No trato de convencerme con las palabras, sino las palabras tratan de disuadirme de mí;
Voy hacia la puerta y la manija me pesa.
Se levanta la persiana y ocurre la noche
y para poder respirar el aire me hundo en el agua:
Camino por las baldosas y me hundo hasta los tobillos;
Me siento en una silla de auriga y camino al paso;
Veo a una mujer con sombrilla y el sudor de la noche me cubre;
Estiro la mano en el aire y ella de pronto se enciende;
Trato de alcanzar la manzana y alguien me muerde;
Descalzo camino y siento una piedrita en el zapato;
Arranco la venda de la herida y la herida se queda en la venda;
Compro el diario y alguien me hojea;
Me pongo algodón en los oídos y grito;
Escucho el aullido de las sirenas y pasa una procesión hacia Brashanchevo.
Abro el paraguas y el piso arde bajo mis pies;
Corro hacia afuera y me arrestan.
Me tropiezo en el parquet, converso con la boca muy abierta,
me rasco con las palmas de la mano,
me río con el silbido,
por las puntas de mi cabello sangro,
me alegro por abrir el diario,
vomito la comida con un olor delicioso.
Traducción del serbio: Branko Andjic
Texto Publicado en el Diario La Capital, Mar del Plata, 1999
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