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Celebración del lenguaje
–Me
quito el
sombrero –respondí apelando al
sinónimo– sin dejar de advertirle que ella
corría con ventaja.
Mucho
habíamos
conversado sobre el lobero Gin Whisky, protagonista experto en
embarcaciones.
–Siempre
presas
–comentamos.
Leer
a Libertad
Demitrópulos es celebrar el lenguaje –ese enigma
que nos convierte en sujetos–,
es permanecer alerta aun conociendo el riesgo de la escucha.
Demitrópulos tiene
la virtud de mancillar la lengua imprimiendo tonos enriquecidos de
miserias y
anhelos; los tonos que suelen tener los seres cuando se aventuran a
rebelarse
contra quien manda a poseer, vaciar, matar una identidad, una patria.
Su
escritura rescata expresiones verbales, giros de inmediatez que
confieren a la
oralidad el carácter de una epifanía, al tiempo
que actúan como núcleos de
resistencia dejando la trama en suspenso, volviendo la historia
denuncia,
desafío. En el intento por mantener viva la
polifónica lengua de los argentinos
–recobrada y también
inédita–, su narrativa adquiere una
dimensión real.
Aquellas partículas que sufrieron el letargo de lo sepultado
cobran vida merced
a la incesante mordedura sintáctica. Hay huesos en las
entrañas de la letra.
Texto
publicado en Página 12, Cultura y espectáculos, domingo 20 de
julio 2008.
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