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Por una doble libertad
Libertad Demitrópulos cuenta al estilo de una epopeya los grandes combates y la noria de los actos cotidianos: magra latitud donde mientras el hombre presiona y arremete, la mujer luce máscaras para sostener un espacio. Máscara de soldado,
puta o monja. La prostitución es un tema recurrente en algunas de sus novelas.
Vírgenes engañadas, dulces entusiastas casaderas, esposas perdidas, hermanas en
oferta, voraces gozadoras. La mujer porta en su cuerpo una mina de oro, riqueza
náufraga en otra clase de intercambios.
En Un Piano en
En Sabotaje en el álbum familiar -1984-, la
autora cede el papel protagónico a la actividad de resistir. Circulan los legados
del general Perón, de John William Cooke y del militante griego Pulakis. Es la
india mataca quien sobrevive a los terratenientes. Novela pulpo: incorpora
acción, memoria, tácticas y estrategia política.
La novela Río de las Congojas -1980-, también
podría llamarse Río de la noche,
se desarrolla en un territorio donde posible e
imposible convergen a través de un realismo
elíptico. Río de la noche larga del
recuerdo alojado entre la brújula insomne y el dormir.
Imágenes de la travesía
de Juan de Garay, sus vanaglorias, los emparentamientos con la
iglesia, con la monarquía. Todos los acontecimientos son
expuestos como si se reconstruyera lo
que aún no se ha concebido. Sus personajes al
contar cuartean el lenguaje. La
repetición toma innumerables formas, decires, sin embargos.
Ningún estereotipo, sólo el sabor cotidiano de la
ponzoña y sus armas, también los consuelos.
En la novela Flor de hierro -1978- (metáfora de las
flores que los coágulos de sangre forman sobre el metal) igual que en Palmeras salvajes,
setensionan dos
temporalidades. El pueblo tucumano de Medinas y su sombra: la
conquista de la
tierra de los diaguitas por el fundador de encomiendas. En el
presente de la
novela, Demitrópulos muestra la miseria y el desamparo en
el que viven sus
habitantes. La única posesiónde Medinas es el Cementerio,
depósito de almas de
una localidad vecina que canjea sus muertos por agua. La identidad
de los
sedientos se define por el contrapunto de ciertos rasgos. Son
pobres y
orgullosos, humildes y altaneros, sufrientes y agradecidos, tan
respetuosos de
la grandeza como despreciativos de lo superfluo. Se rememoran las
delicias del
pasado y paródicamente hasta el opa del pueblo cree pertenecer a
la estirpe del
conquistador. El relato de la conquista es narrado en siete
capítulos, abierto cada uno de ellos por una pregunta,
cerrada la trama por el canto del amante y
la mujer perdida: “Sabés, Violante?, teniendo alguna de
esas flores suspirando
en la espada, pensar en quien se ama era mirar, hasta el
fondo, correr el agua
de un río y esperar a que el río ahí mismo se
detenga”.
Texto publicado en Página 12, Cultura y Espectáculos, domingo 20 de julio de 2000 |