| ©2003 | Por una doble libertad 
 Libertad Demitrópulos cuenta al estilo de una epopeya los grandes combates y la noria de los actos cotidianos: magra latitud donde mientras el hombre presiona y arremete, la mujer luce máscaras para sostener un espacio. Máscara de soldado,
    puta o monja. La prostitución es un tema recurrente en algunas de sus novelas.
    Vírgenes engañadas, dulces entusiastas casaderas, esposas perdidas, hermanas en
    oferta, voraces gozadoras. La mujer porta en su cuerpo una mina de oro, riqueza
    náufraga en otra clase de intercambios.
     En Un Piano en 
     En Sabotaje en el álbum familiar -1984-, la
    autora cede el papel protagónico a la actividad de resistir. Circulan los legados
    del general Perón, de John William Cooke y del militante griego Pulakis. Es la
    india mataca quien sobrevive a los terratenientes. Novela pulpo: incorpora
    acción, memoria, tácticas y estrategia política.
     La novela Río de las Congojas -1980-, también
    podría llamarse Río de la noche,
    se desarrolla en un territorio donde posible e
    imposible convergen a través de un realismo
    elíptico. Río de la noche larga del
    recuerdo alojado entre la brújula insomne y el dormir.
    Imágenes de la travesía
    de Juan de Garay, sus vanaglorias, los emparentamientos con la
    iglesia, con la monarquía. Todos los acontecimientos son
    expuestos como si se reconstruyera lo
    que aún no se ha concebido. Sus personajes al
    contar cuartean el lenguaje. La
    repetición toma innumerables formas, decires, sin embargos.
    Ningún estereotipo, sólo el sabor cotidiano de la
    ponzoña y sus armas, también los consuelos.
     En la novela Flor de hierro -1978- (metáfora de las
    flores que los coágulos de sangre forman sobre el metal) igual que en Palmeras salvajes,
    setensionan dos
    temporalidades. El pueblo tucumano de Medinas y su sombra: la
    conquista de la
    tierra de los diaguitas por el fundador de encomiendas. En el
    presente de la
    novela, Demitrópulos muestra la miseria y el desamparo en
    el que viven sus
    habitantes. La única posesiónde Medinas es el Cementerio,
    depósito de almas de
    una localidad vecina que canjea sus muertos por agua. La identidad
    de los
    sedientos se define por el contrapunto de ciertos rasgos. Son
    pobres y
    orgullosos, humildes y altaneros, sufrientes y agradecidos, tan
    respetuosos de
    la grandeza como despreciativos de lo superfluo. Se rememoran las
    delicias del
    pasado y paródicamente hasta el opa del pueblo cree pertenecer a
    la estirpe del
    conquistador. El relato de la conquista es narrado en siete
    capítulos, abierto cada uno de ellos por una pregunta,
    cerrada la trama por el canto del amante y
    la mujer perdida: “Sabés, Violante?, teniendo alguna de
    esas flores suspirando
    en la espada, pensar en quien se ama era mirar, hasta el
    fondo, correr el agua
    de un río y esperar a que el río ahí mismo se
    detenga”.
     Texto publicado en Página 12, Cultura y Espectáculos, domingo 20 de julio de 2000 |