©2003 |
Levinson/ Borges Terceridad, el otro, lo Otro, yuxtaposición de saberes, preferencias, renuncias, pulseadas, acuerdos. Hace unos días volví a leer el cuento que Luisa Mercedes Levinson escribió junto con Jorge Luis Borges: “La hermana de Eloísa”. Es sorprendente la asimilación que logran los autores, se puede atribuir el cuento a cualquiera de ellos, también se puede vislumbrar la tensión, los vectores de fuerza que alimentan la intriga. En cuanto al surgimiento de una tercera persona en la apertura y el final, ¿hubo premeditación en esa dosis de distanciamiento -esparcida también en los capítulos III, IV y VIII- que tiene el poder de vertebrar la novela? ¿Cómo emergió la idea de crear un personaje femenino en la Tercera Parte, opuesto y a la vez motor de encantamiento similar al ejercido por la otra Eloísa? No puedo dejar de pensar en una asociación que hizo Nicolás Peyceré mientras conversábamos acerca del protagonista de La espina infinitesimal: “Antonio evoca a antónimo”.
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