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elteatroylapeste@artaud VIRAL: una forma superior de matar
Los pabellones comenzaron a arder, siguieron ardiendo con lentitud como si hubiesen cavado un foso para impedir la propagación de las llamas. Se ha quemado gente en todas partes, se han hecho cálculos sobre ejecuciones en la hoguera por siglos, sectas, inquisidores; existen referencias históricas sobre las plagas y su culto, autos de fe contra herejes, crimen nefando, raza, locura, virus coronados. No obstante, en ningún archivo consta la quema de El Lazareto.
Desde la ventana de su residencia, Anton observa movimientos inusuales. Seguirá sin saberlo el curso de los preparativos: tablado, graderías, palas removiendo tierra.
No comerá, no dormirá, seguirá de pie reverenciando el horror.
Entre las frases neutras se desliza algo temido: su entusiasmo de jefe de familia comienza a morir sin que nadie lo advierta. Quebrado el impulso de proteger, de resguardar.
Sentados en las gradas, los ejecutores contemplan. Ataron a los enfermos rmes sogas contra bocas aullando, envueltos en sacos, suavemente empujados para verlos caer. Ardiendo como teas.
En vano sopla el viento. Suspira la ciencia del equilibrio de las fuerzas.
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