Liliana Heer

Poetas

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©2003
Liliana Heer

Cerro-Hero
Hemeterio Cerro
Por Liliana Heer
Texto leído en una intervención de Emeterio Cerro
y Liliana Heer
Librería Gandhi, Buenos Aires, 1994



Imposible reproducir la correspondencia.
Bocaditos.
Rincones de letra mimada por la distancia.
Postales de esfinges de mares de puentes de ciudades de trenes de campaniles de circos.
Postales de streets tan luminosas como la retina.
Cartas describiendo espectáculos, malentendidos, embriagueses.
Cartas que anuncian el periplo de un viaje desde su partida.
Con agua se apaga la cal. Con agua se evita el enfriamiento.

Escritor sin pelos en la pluma. No medias tintas, grafía donde el lenguaje irrumpe como acto: una carcajada a la razón.
Pluma garfio perpetuo. Ritmo de cabalgata lunar andante en el tiempo y su metamorfosis: Saturno siempre decapita a Cronos.
Cerro haciendo estallar las imágenes del templo, masticando las convenciones sexuales.
Hacedor de textos travestidos.
Acusado de per-verso por ser heredero del nombre que inventó a su propio padre.
Cerro padre de sí mismo dándose a luz y amamantado con los riñones de Leopoldo Bloom.

Tenaz transmisión la del más allá de la palabra, desdecir
que apunta al futuro anterior de la lengua fundamental.
Anagramas por doquier, paradiso del sentido y su envez, diseminación del locus princeps.
Nada ilusorio en ese real fónico condición del lapsus, del chiste. Real que deletrea un saber iniciático con tijeretazos de malestar y después nada. Resto que es también verbo y anecdotario para impedir que Alfonsina se hunda.
Reinvención de mitos, escritura que escribe monstruos, paisajes alucinatorios, cosmogonías.
Vacilaciones entre el jibarismo del ojo y un parpadeo que combina el sopor asmático poblado de orgones con la viperinez y fugacidad de lo entrevisto. Reojo que congenia su lasitud de escroto con la turgencia de pezón oprimiento teclas, secuencias, delineando partituras. Clusters donde la imagen de Boulez sonríe mientras Cage afirma: cualquier sonido es válido.

Convertida la linguística, una vez más, en sirvienta de la leyenda. Algo equivalente a la operación de Cantor convirtiendo la matemática en sirvienta de Dios.

Soplan aires que hacen recordar a Humberto Eco cuando propone la comedia como paradigma. Otro habría sido el destino de los hombres si aquellos textos no hubieran sido quemados, si el humor hubiese tenido más protagonismo.