Liliana Heer

Poetas

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©2003
Liliana Heer

Estampas Balcánicas
Por Liliana Heer



En la descripción de la polémica jázara, Milorad Pavic cuenta que la princesa Ateh, ante la pregunta acerca de quién vencería la disputa, si un cristiano, un judío o un musulmán, respondió: “Cuando se enfrentan dos guerreros, vence el que necesite más tiempo para curar sus heridas”.
Desanka Maksimovic se enmarca en esta ética. No olvidar el tiempo del dolor, aquello que dio vida, creencia y pensamiento al ser.
Hay en su obra una geometría sintáctica, correspondencia de niveles morfológicos. La frase, el ritmo, el período y el referente constituyen una unidad. Su tratamiento es una diáfana red que expone la tensión entre matices difícilmente conciliables.
Sintaxis de rostros: innumerables rostros, cercanos y distantes vitorean actos de fe: “rostros impresos en los altos Balcanes”.
Sintaxis de decires: elogio de un padre a su hija. Voces que recuerdan el bosque de la primera infancia. Voz dirigida al poderoso Zar Dusan, al hombre común, al amado perdido.
Sintaxis de grano de trigo, luz solar, nieve, crepúsculo, aguacero, olor de trébol, murmullo, canto solitario y eco de disparos. Diálogo entre cultura y naturaleza. Un arpón en busca de la palabra precisa.
Dusica Stefanovic fue sin cargar sus pertenencias es un poema cuyo leitmotiv responde a un hecho real: el exterminio. También es real el nombre que le da título. Seres que eligieron no perder la condición humana ni siquiera en el último instante de vida, enfrentan a un sistema asesino. La autora recrea el coraje de una mujer que camina desnuda hacia la muerte, con la frente bien alta, evocando los ojos del bosque y las pequeñas casas de su aldea. Sus compatriotas, tampoco necesitan de otros ropajes, unidos a la naturaleza que les pertenece, caminan siguiendo a Dusica, “con la cabeza erguida/  los últimos pocos pasos en su tierra nativa”. Esa tierra cuerpo de una tradición donde la existencia forma parte del ser.
Poemas que traen consigo un legado, atraviesan el último credo simbolista que concibe el arte como redentor de la realidad para apresar la tragedia sin perversiones dramáticas.
Kragujevac se viste de sangre una vez más en Fábula Sangrienta, como lo estuvo el 21 de Octubre de 1941, pero el padecimiento de los niños hacia el final del poema está diluido. En la realidad ellos fueron acompañados por sus maestros que asistieron con horror a la masacre. El poema además de una forma de duelo y homenaje muestra una visión oblicua del sufrimiento, ese plus de dolor impensable que lleva a la grandeza y logra cambiar el signo de lo acontecido.
El heroísmo a la medida del hombre es una constante en su estilo, la ética del pequeño acto, modelo del héroe menor como el kafkeano, llamado de alerta a la subjetividad. En La Desdicha del Solterón, texto de quince líneas, verdadera metáfora de la dignidad humana, el personaje de Kafka imagina escenas sobre la dureza que le deparará su vejez, pero súbitamente, con un punto y aparte, quiebra el tono melancólico para concluir entusiasta con la siguiente frase: “Así será, sólo que será uno mismo quien esté allí hoy y quizá después, con un cuerpo y una cabeza real, por lo tanto también con una frente para golpeársela con la mano”.
La autora escribe desde el vértice de menor opacidad el complejísimo mapa del corazón humano, avanza hacia el territorio del asombro y no sólo pide clemencia por aquellos a quienes les faltó coraje, los que vacilaron en herir con la verdad y por todas las Marías Magdalenas; ruega al hombre, dotado de alimento y tesoros que junte una bellota y la esconda para que cuando llegue el invierno algún niño se regocije al encontrarla.



Fábula Sangrienta


Esto ocurrió en un país de campesinos

en los altos Balcanes,
un grupo de colegiales
murió una muerte mártir en un solo día.

Todos habían nacido
el mismo año
y la escuela de los días era idéntica:
juntos habían recibido
iguales celebraciones,
todos fueron vacunados
contra las mismas enfermedades
y todos murieron el mismo día.

Esto ocurrió en un país de campesinos
en los altos Balcanes,
un grupo de colegiales
murió de una muerte mártir en un solo día.

Cincuenta y cinco minutos
antes del momento de morir,
aún sentados en sus bancos,
aquel grupo pequeño
resolvía los mismos difíciles problemas:
cuánto tarda un viajero
en atravesar de a pie ...
y etcétera.
Sus pensamientos estaban llenos
de los mismos números,
y sus bolsos llenos de cuadernos
con buenas y malas notas inútiles.
Los mismos secretos
patrióticos y románticos,
un puñado de sueños
estaba apretado en sus bolsillos.
Todos pensaban que por mucho tiempo,
muchísimo,
ellos correrían bajo el cielo azul
hasta resolver todas las tareas del mundo.

Esto ocurrió en un país de campesinos
en los altos Balcanes,
un grupo de colegiales
murió de una muerte mártir en un solo día.
Las filas enteras de muchachos
se tomaron de la mano
y desde la última clase
caminaron tranquilos hacia el pelotón
como si la muerte no fuese nada.
Las filas enteras de amigos
subieron al mismo tiempo
a su eterna morada.



Por las Marías Magdalenas

Zar Dusan
pido clemencia
por las mujeres apedreadas,
por sus cómplices noches oscuras,
por el olor del trébol y ramas
donde cayeron embriagadas
como codorniz o coalla,
por sus vidas despreciadas,
por la compasión que sus penas
de amor no recibieron.

Pido clemencia
por el claro de luna y rubíes
de su piel,
por sus crepúsculos,
por los aguaceros de cabellos destrenzados,
por las ramas plateadas de sus brazos
por sus amores expuestos
y malditos--
por todas las Marías Magdalenas.



Por la bellota

Constructores de barcos te construyen barcos blancos,
halconeros te crían halcones,
abejas te traen un panal desde el sol,
pescadores pescan oro en la arena,
campesino cosecha frutas en los campos,
cazadores juntan cuernos de ciervos,
monjes te copian los evangelios,
pintores obsequian sus iconos y frescos,
herreros forjan las puertas de los monasterios,
árboles de enebro vierten incienso en los turíbulos,
tuyas fraguan incensarios de oro,
pero te ruego a ti
sólo por la bellota,
que esté bajo las ramas del bosque,
para un niño hambriento de regocijarse
cuando la encuentre en invierno.

Poemas traducidos del inglés por Liliana Heer y revisados del serbio por Liliana Popovic.

Desanka Maksimovic, una de las más importantes poetas en la historia de Yugoslavia. Nació en 1898 en un pueblo próximo a Valjevo (Serbia) y murió en Belgrado en 1993. Publicó entre otros libros: Poesía (1924), El caballero verde (1930), La fiesta en el prado (1932), Nuevos poemas (1936), El idioma de la tierra (1955), Pido clemencia (1964), No tengo más tiempo (1973), Un mensaje de amor

Texto publicado en ABYSSINIA, revista de poesía y poética, Eudeba, 2002.