Liliana Heer

Poetas



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Liliana Heer

Oda al Silencio del Sonido
Por Liliana Heer
Sobre Poema de la Creación  de Juan Jacobo Bajarlía
Editorial Grupo Cero, Buenos Aires,1996
Leído durante la entrega del Premio Boris Vian 1996



El cuerpo convertido en imagen sonora puede entonar un coral de Bach y no estar solo en la muerte o una cantata de Haendel y no estar solo en la vida.
He aquí una historia del origen fuera de los puntos cardinales, cuando "el día aún era noche en el átomo", escribe Bajarlía y vuelve sobre la operación judía -Versículo I del Génesis-, haciendo más abstracto aún el mito del alba de la vida a través de un uso de la lengua que esquila nuestro universal.

Suelo pensar que el arte es convulsivo, contagioso, que pertenece a la civilización pero también a la locura. Desde ese vértice de inocencia lúcida, el autor, no oculta ni borra el intenso secreto, la interrogación permanente, el derecho de exigir un universo que incorpore el caos.

Cráneos al sol para que asome un torrente de lava.

El artista se guía por mapas inconexos y otras ayudas falsas, sabe que siempre se pierde, por eso capta la prisa, la ceremonia. Pródigo, roza la plenitud en los huecos del tiempo. Inmensas piedras a lo largo de la costa detienen el martilleo mordiente de la letra.

En el estertor de las páginas: la luz; el Libro de las hazañas donde el suceso heracliteo enumera, forma oráculo en la pupila.
La Ley es un muro -decía Heráclito. En ese contexto, el de la piedra que ordena sepultar, surcos paralelos dibujan una versión anotada de los diez mandamientos. Hazaña el decreto, también su desobediencia. Es así cómo la ley hace nacer al pecado, convierte el ideal en maldición, anverso y metamorfosis. Bajarlía desplaza la tradición de la honra hacia el amor: "Harás el amor. Y sólo brotó el odio". Parece no tener importancia el orden de las proposiciones, su carácter de afirmación o de negación, el efecto siempre es el mismo, no contradice sino opone, anula, desconoce, exaspera, evita, pierde cualquier voluntad conciliadora. La destrucción es la ley que rige el desenlace. "No mentirás. Y brotó la estafa." "No robarás y estalló la ausencia. El pan que te di para vivir se deslizaba en el corazón de las hienas."

Mundo de esclavos, bacterias móviles, siervos de Dios, perseguidores de los hombres. Crecen las nuevas criaturas alimentadas por un veneno tibio con ilusión de presenciar el desastre. Aman el cielo por donde corre sangre, la sangre del desafío, sin pausa ni alivio ni remordimiento.
Facta factorum, transitividad de hipótesis. Pero hay algo más. La creación no es una imagen. Tiene el sabor del instante, exento de regateo, lo demás: tierra de estiércol.
Facta factorum. La creación no es un hecho, es un acto: comprime, yuxtapone, impulsa.

Habrá un próximo Adán, vaticina Bajarlía.