Liliana Heer

Poetas

<


©2003
Liliana Heer

Victoria Lovell

---------------------------------------------------------------
                                     Menú
---------------------------------------------------------------




Nervaduras
Por Liliana Heer
Sobre Desde el hastío de Victoria Lovell
Editorial Papeles del Boulevard, Rosario 2007



Victoria Lovell enuncia
-a manera de soplo o código iniciático- el lugar de partida: Desde el Hastío. Una deriva comienza desde ese humor familiar a la acidia, que puede ser tedio, molestia, repugnancia, irritación. Superlativo. Exceso o defecto. No indiferencia, no sin malestar, aún cuando Roland Barthes afirme que el aburrimiento roza las costas del placer.
“De Tanto Silenciar”, se llama la primera de las cuatro partes del poemario.
En continuidad al título, parece confesión -pienso.
Si esgrimo un montaje -a prisa- es otro poema: “Desde el Hastío/ De Tanto Silenciar/ Sobre el Hastío/ Regreso a Casa”, y seguiría pero me detengo.
Ya está abierta la hiancia, suspendida la obstinación del lenguaje, su aparente llanura.
Cuerpo, pliegues, desperdicios. Por razones de acento, modulación, tonalidad, el compás se reduce y la palabra retoma sus derechos. Cuanto menos arrogancia, mayor poder, más transformación.


Letra estampa,

imágenes intensas, huérfanas de facilidad.  Revival de una historia de aquellas que escuchábamos “De noche… Cuando niños…” diría Rilke.
“El hombre del lobo no…
Leves palmadas regresan…
Ni contemporáneos ni testigos…”
Lovell escribe una “Película” sobre aquel leñador y la caperuza de infancia muda.


La visión
cobra dominio, desfilan maestros, cineastas, géneros, decorados, bambalinas. Proust en sus Crónicas decía: “El estilo es una cuestión de visión y no de técnica”.
Homenaje silencioso.


Erótica y demoníaca,
la reflexión poética se expande. Hay curvas, contra curvas, desvíos. Una voz en off dice: “¿Y, entonces?”
Voz precedida por voces, dudas, conjeturas, desenlaces.
Paréntesis que clausuran los tics del lector.
Reserva de formas propiciando sentidos más allá de la muerte del idioma, porque la causa -sin inocencia alguna- es posterior al efecto así como el feeling conceptual une la prehensión al movimiento.
“Recuerda cuerpo el pulso exacto de la lira…”