Liliana Heer

Poetas

<


©2003
Liliana Heer

Victoria Lovell

---------------------------------------------------------------
                                     Menú
---------------------------------------------------------------




Jardines Cerrados al Público
Por Liliana Heer
Sobre Jardines cerrados al público de Victoria Lovell
UNR Editora, Rosario 1999


                      
Público y privado: objetivo y subjetivo. El mundo de los conceptos y el mundo de la experiencia. Los actores y el coro.

En Jardines, las palabras tienen vértices escarpados, se ubican como puro tono y no lejos vibran otros tonos puros enlazados por la maquinaria de los sentidos puestos a reflexionar. Resnais decía: lo que me interesa no son los personajes sino lo que ellos sienten, para luego entrever sus pensamientos.
Dios Logos: abstente de unirte con palabras, a fin de unirte con el verbo hecho carne.
En Lifu, una de las islas Loyalty, al órgano sexual se llama “su
palabra”. Verbo espermático.

Este es un libro engendrado entre la tensión del cerebro y el aullido de los cuerpos. Desde el silencio de la lengua materna, vientre virgen de adjetivos, una vigilancia olvidadiza parte la oscuridad del mediodía. La muerte y el amor son por entero carnales, de ahí su gran magia, también, el terror que inspiran. Sentires que no pueden ser contados. Es el necio rey Lear quien le pide a sus hijas que le digan cuánto lo quieren. Y es la única hija que lo ama quién se niega a hablar.

Anima est quodammodo omnia: lo que le ocurre al cuerpo es
Identificado con lo que le ocurre al universo, y un paso más, desdeesa altura, la caída. No el vacío sino su parodia:


            “Casi hebras deshechas
            al simple tacto
            y esa pegajosa sensación
            entre los dedos
            como si penetrado hubieras
            en la vagina del mundo
            qué harás ahora con esa nadita restallando”.

No meramente desde el significado pretendo marcar la caída sino desde la sintaxis. La autora efectúa una inversión del condicional.
….”como si penetrado hubieras”, distancia, astilla el historiar,
Denuncia en ese arcaísmo algo majestuoso, duplica la vanalidad de la ilusión. Es como si leyésemos: su nombre es Misterio, velo Maya, engaño, e inmediatamente una orden de degradación: hay que despojar de ropas a la gran ramera, olisquear sus telas, morder.

En verdad, hay una comarca donde no existen lo sólido ni lo fluido, el calor ni el movimiento, este mundo ni ningún otro mundo, el sol ni la luna….Allí hay un innato, un Inoriginado, Increado, Informe y si no existiera este Innato, Inoriginado, Increado, Informe, sería imposible evadirse del mundo de lo nacido, lo originado, lo creado, lo formado.
Versa Buda en Govinda.
Nada de cosas: iridiscencia en el vacío, creación continua volviendo a ala nada. Si no es evanescente no está viva. Simbólico, transitorio, inestable. Cuando se consolidan, los significados hacen ídolos, se convierten en piedra. Esa piedra es cincelada en Jardines con otra operación de mordedura, herir los mitos, masticarlos:


            “Las estatuas crecen
                                      crecen
            cuando son deseadas
            de carmesí morado
            bermellón carmín
            tíñese el pubis”.

Seducir al mundo haciéndolo enloquecer. Destruir la ley de contradicción es la tarea suprema de una lógica superior. Tanto arriba como abajo, en el alti-bajo la distinción entre lo sublime y lo vulgar se traspapela.

Lovell, transmite estampas de la unión sexual. Escribe el coito
como fiesta funeraria. Cruce fortuito de senderos. Lo interesante es la multiplicación de recursos que pone en ello: perífrasis unida al algebraico estilo cuasi pornográfico-científico de salón, equivalente al que solían utilizar algunos clásicos sin hacer surgir el más mínimo sonrojo en las mejillas de una dama. Entre pequeñas muertes, úteros, vaginas, placentas y esperma, Lovell humedece membranas con la intransigente práctica de llamar a las cosas por su nombre:
vómitos-abortos-orgasmos.

Recuerdo haber leído la famosa carta a Paul Demeny,
Absolutamente contemporánea, por cierto, en la que Rimbaud formulaba una teoría de la audacia verbal. Toda palabra es una idea.
Allí se explayaba en la necesidad de construir un lenguaje que lo resumiera todo: perfumes, sonidos, colores, un pensamientodestinado a enlazar pensamientos, a arrastrarlos. Jardines se inscribe en esta lógica de precursores, está atravesado por su fórmula.