Do you want to play the drums? (espaņol)
Por Liliana Heer
Mientras cae la nieve no se pueden ver los copos debajo de las nubes.
Un círculo plateado ilumina tres figuras: sus troncos están unidos por un trapo negro.
Durante toda la escena parecen tres pero son dos los actores cubiertos por el trapo. Si dan la impresión de ser tres es porque hay tres cabezas con mandíbulas de lobos y largas capuchas negras.
Abiertas las fauces, la mole oscura se contonea al compás de la danza que sale por los batientes de una ventana de la cárcel.
Cuando se expande, la luz muestra una capilla y frente a la capilla una sinagoga.
Las construcciones parecen de piel humana pero fueron hechas con cajas de cartón.
Entre un edificio y otro hay una escalera abierta donde los gordos cuelgan el traje de lobos que se han quitado.
Debajo del trapo negro visten como vestiría un cura y un rabino.
Cada cual se dirige a la puerta de su fe.
Uno de rodillas, el otro de pie, empiezan a rezar.
La mirada al cielo y al piso.
Sobre los edificios se proyectan imágenes. Miles de bocas murmuran, piden, suplican, prometen.
Se oyen voces de multitudes, el volumen se eleva hasta el decibel mayor, en ese punto suena un ronquido.
La sordina inocula estopa, adultera los tonos, los rastrilla para que se vuelvan más y más lejanos.
Decrece y crece el sonido.
Bocas, narices, pómulos, frentes: Caras: miles de caras ondulan en los santuarios.
De pronto cae la noche sobre las paredes de la sinagoga.
La multitud ha dado lugar a un ir y venir de olas.
El rabino se ha quitado su thalis.
No es el mar, es el océano. Se desplazan las aguas, rugen abismos, abre el oleaje remolinos de espuma.
Ese ruido invade la sala.
El gordo continúa su destino de náufrago. Bracea con destreza, se lo ve avanzar por el agua sin atisbos de desesperación.
Hay regocijo en su cuerpo.
Cada vez menos humanos los gestos.
En Off :
Retrato desnudo del hombre
silueta elástica
errabundo eterno
buscando vanamente un puerto
obligado a una vida nómade
nostalgia perpetua
tan cerca de la basura como de la eternidad
Nada el rabino hacia la costa que se proyecta sobre las paredes de la sinagoga y cuando llega al desierto de arena, descansa.
Duerme el plácido lobo de mar.
El rugido del océano se transforma en multitud. Un reflector potente ilumina al sacerdote.
Zumban avispas en las membranas del tímpano.
Está en la puerta de la capilla tapándose los oídos.
¿Quiere impedir la entrada de los feligreses?
¿Le teme a Dios?
Las bocas piden, suplican, prometen, amenazan.
Sombras de palos en las paredes de la sala.
Ulular de ambulancias, de tambores.
Do you want to play the drums?
En Off:
Contra la intolerancia del mundo
atrayendo el desprecio y la ira
desvergonzado
descontento
embaucador
expuesto a todo lo que llega
perdidas sus mendigas ilusiones
El sacerdote se refugia en la escalera que ha quedado entre los dos edificios.
Un reflector lo sigue.
La sala a oscuras.
El sacerdote a pesar de su vestimenta trepa como un alpinista.
Arroja un gancho antes de dar el paso siguiente.
Escala, con pausa, hasta el último escalón y luego flota
por el aire.
Se ven los arneses que sostienen al actor: Columpio humano.
Es necesario mirar hacia arriba para verlo recorrer un circuito que poco a poco se amplía.
Por la sala sombras y ruido de palos.
Desde uno de los rincones del cielorraso empiezan a caer tablas y escombros. Se arma una pequeña zona de ruinas. Reboque, maderas, ladrillos, cal.
La forma humana desaparece entre los escombros.
El náufrago está entredormido, agitado por una pesadilla. Excitación, inquietud, furia.
Lo despierta un dolor, un dolor en el pie derecho.
Su cuerpo inmóvil ante el pie sacudiéndose.
Se oyen jadeos, respiración irregular.
El actor incorpora la parte superior del cuerpo. Es enorme la fuerza que debe hacer para sostenerse. Resiste unos minutos pero vencido por el esfuerzo cae.
Intenta otra y otra vez.
Una de sus piernas no le obedece. Como si no le perteneciera, la pierna se estira y lo arrastra hacia las aguas.
El actor cede al tironeo.
Anulada la resistencia disminuye la presión.
Se han planteado las reglas. Debe ser cauteloso, astuto.
Eleva su cabeza milímetro a milímetro. Eleva también el tronco para poder apoyarse en la rodilla izquierda sin mover ningún músculo de la otra pierna.
Sólo pretende mirar.
Sin emoción. Los gestos vacíos.
A través del ángulo de su rodilla mira el pie enfermo.
Lo observa un rato y después se estira nuevamente contra
la arena.
Prudencia. Economía de fuerzas.
Finge dormir para aquietar el temblor.
Finge dormir pero en realidad está juntando coraje.
Evalúa. Calcula cada reacción. Junta coraje hasta atrapar el pie que se le escurre como si fuera un pez.
Texto traducido al serbio y publicado en los Anuales
del Encuentro Internacional de Escritores, Belgrado, Yugoslavia 1988.
Texto publicado en revista Tres Puntos, marzo de 1999,
año 2, número 87.
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