El verde quemado en
los bordes de la vajilla da un toque de perfección: efecto
tonal de un arpegio
en el cuarto menguante de la luna.
Leonor -práctica e
innovadora, dotada para inventar atracciones- rellenó con
setas la cabeza y el
lomo de una ternera deshuesada y la ternera volvió a
recuperar su aspecto
rollizo. Crocante, la carne está acompañada por
frutas y verduras cocidas.
-Un nuevo Ethos
-dice alguien y levantan las copas.
Han invitado a
Raquel, también se han unido Charlie y otros amigos para
agasajar a Guillermo.
Los dichos se
suceden en escala variable, versan al principio sobre los modales y la
comida.
-Todos los males que
derivan del
exceso de comer, según Hipócrates, son menores
que los derivados del exceso de
no comer.
-San Pablo de Tarso aconsejaba no
burlarse de ningún comensal, tener piedad de
ellos, respetarlos cual pequeños
íncubos.
-Hace
quinientos años, Greta
escondió la llave de la ciudad sitiada en las
mandíbulas de un cerdo para que
el rey de Polonia estuviera a sus pies.
-¿No fue Greta
quien obligaba a comer
en ayunas diecisiete crestas de gallo para fortalecer la virilidad de
sus
hombrecitos?
-Lo ignoro -dijo Iván como si
la
pregunta le hubiese estado dirigida.
-Es sabido, por la
correspondencia
de Leonardo con el Prior del Convento Santa María delle
Grazie -balbuceó
alguien no sin muestras de orgullo- que mientras pintaba La
Última Cena su
principal obsesión fueron los alimentos que irían
sobre la mesa.
-Leonardo estuvo muy
interesado por
la cocina y las reglas de etiqueta. Fue Maestro de Banquetes durante
más de
treinta años para Ludovico el Moro y escribió el Códice Romanoff.
-Allí
figura como inventor de la
servilleta.
-También
se hizo famoso por
descubrir el método que debe aplicarse cuando se sienta un
asesino a la mesa.
-Mejor dormir con un caníbal sobrio
que con un cristiano borracho, aseguraba
Melville.
-Yo tuve un profesor mientras hacía
la residencia en la cárcel de esta ciudad
-contó
Guillermo acentuando con
gestos su fascinación-, el profesor Godfrey. Era un
verdadero estudioso de la mente
criminal. Tenía un fuerte rechazo hacia los juicios
empiristas en materia
legal. Godfrey estaba fundamentalmente interesado en los
rituales, la
lógica
propiciatoria de los crímenes en serie.
Leonor permeneció
en silencio escuchando cada una de las frases. Ningún
comentario
sobre la cena.
Aunque en esto no haya reparado, tuvo presente la
inspiración de
Wilde-
“Después de una buena comida es posible perdonar a
cualquiera, incluso a las
propias amistades”.
Los intereses se
han ido multiplicando y ella tiene necesidad de brindar algo
más;
algo
inquietante como la cabeza de ternera que aprendió a cocinar
siendo muy
pequeña
en la aldea, sólo amparada en su virtud de copista.
-Hoy vi por televisión al asesino
O´Connor en un juicio oral. Quizá
conozcan la
historia; después de leer en una
libreta las fórmulas e ingredientes que
solía
usar con sus víctimas, declaró:
Sólo los buenos estómagos digieren veneno.
Texto perteneciente
a la novela Ángeles de vidrio, publicado
en la antología Comer con la mirada, compilación de textos y prólogo de Esther Andradi,
Editoial Desde la gente, 2008
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