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Carta de la Fu*
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* Fundación Habitat y Salud Urbana
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©2003
Liliana Heer
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Apertura
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Habiendo transformación, habrá futuro
Por Liliana Heer
Estas jornadas están dedicadas a la memoria de
Nicolás Casullo y Nicolás Rosa, artistas del
engendramiento de nuevos conceptos, nuevas formas de pensar la realidad
literaria y política. A ellos, por haber compartido con
nosotros sus experiencias siempre actuales con una generosidad
potente y subjetivamente comprometida.
Las autopistas atraviesan imaginarios, conjugan fraternidades
y adversidades, se expanden convirtiendo la aridez en territorio
previsible. Están ahí, pero estar ahí es
insuficiente, no alcanza descubrir. Nada está dado. Habrá
que inventar, dar sitio con entusiasmo al esfuerzo y al azar. Este es
el desafío que nos convoca, cruzar lo aparentemente incruzable.
Torcer, exprimir, violentar facilitaciones, volver exasperante el
circuito del pensamiento.
Los actos continúan. Paso a paso y a los saltos la fuerza de los
hechos nos impone formas inéditas de lectura, tomas de
posición, atajos palpables frente a ciertos estancamientos.
Difícilmente habríamos concebido un presente como el
actual, con algunas supuestas constantes y numerosas variables
pródigas en quebrar certidumbres.
Basta de boleros, de embustes, de tributos. Una interpretación
que circule en el plano asociativo comete el error de omitir la
discontinuidad. Salvada la pausa, los intervalos multiplican el
menú, incluyen perspectivas excluyentes, paradojas,
combinatorias.
La identidad en fuga -crisis Argentina del año 2002-,
tema de nuestras primeras Jornadas, parece haber dado lugar a un
orgullo largamente contraído por la vergüenza de
pertenecer. El cómo seguimos de Argentina Relato -año
2005- estuvo orientado por una mirada de búsqueda contra las
políticas despistantes. Estábamos frente a dos
líneas opuestas, no sólo a nivel temporal.
En el 2007, se convocó bajo el concepto Las parejas y el poder.
Arte mayor y menor, como en las ficciones de intriga el duelo
está en otra escena, en una secuencia por venir.
“Imagínenselo…imaginen…imaginémoslo”
frasea Murena al retratar a José Hernández escribiendo
Martín Fierro. Las garantías de verdad son inesperadas,
aún así la experiencia se doblega ante el lenguaje, oye
su arrullo, los martillazos, la sugestiva vertiente del cómo,
del algo más.
Voy a hacer un paneo de los libros y artículos que se
trabajarán hoy y mañana. Una versión andante del
amor por ciertos autores en los que la voluntad de resistir desencadena
transformaciones. La doble fidelidad a la causa literaria y
psicoanalítica implicada en este dispositivo hizo que
concibiéramos lógicas de lectura en asíntota,
lecturas siempre imposibles de colmar, próximas y distantes,
emancipadas.
Nicolás Rosa -sin necesidad de encuadrar- trata el
estilo de Perlongher, su urticante contrapunto místico
revolucionario de cara a lo inefable. No la vía del silencio
-Wittgenstein, Rimbaud-, la saturación de oleajes
político-eróticos. Ratiodesmadrada, los brillos del
fetiche: un cambio de agujas precipita el tiempo en el cuerpo merced al
desenfreno de la letra. Por apres coup los faroles de la
tradición anteceden al tráfico. Las cartas de Perlongher
llegaron al destinatario, Osvaldo Baigorria se interroga sobre el
destino público de esos dones. Un barroco de trinchera,
de frontera, de caminos nevados, lejanías, confesiones, riesgos
y lucha. “En el pico del desvelo”, con el original de Alambres enviado a un par de editores, “¿Qué hacer?”
Nadie recibe dones para no huir, para potenciar sobreabundancia y
carencia.
Los aniversarios merecen. Una antología de dos siglos
permite saborear tonos, descubrir huellas, situar contextos,
acceder a una lectura crítica de la historia literaria
argentina, seguir como en una novela de suspenso la diversidad de
efectos. Construcción, división, desplazamientos. Del
“Oíd el ruido de rotas cadenas…” al Himno de
Leónidas Lamborghini: “…oíd lo roto,
lo mortal en libertad, la libertad mortal…”. Aquello que
emerge errante -pura pureza sanguínea- se estiliza, desaparece y
retorna en repetición paródica. ¿Quién
escribe? Juegos en clave, sabiduría que acaricia,
penetración, hostilidad: "abre tus piernas / país
idolatrado hasta la estupidez..." Paco Urondo, abril 1973. Uno por uno
y una y otra y otros, nunca todas, nunca todos. Entonces, la
protesta, los yo hubiera, los por qué. De incluidos, de
excluidos. Jorge Monteleone enfrentó ese imposible, herida
antológica conspirante en la dimensión falta de la falta.
Los cortes enfrentan otro reto. Líneas melódicas
estriadas por el azadón. Cristófalo -muy lejos de ser un
encantador de serpientes- elige capturar una franja de la poesía
argentina y carpir los jardines mimetizados de lirismo cantarín.
Abundancia de abono angélico, luz, delicadeza, verdad, la voz,
la voz del corazón contra otras vísceras. Incluso bajo el
salvoconducto de la ingenuidad o el recato, los ideales están
embichados. Poner en la carretilla las piedras esotéricas
implica dar lugar al desafuero, al discontinuo indisimulable del
alegrón popular: la igualdad, el voto femenino, los gritos, la
carcajada. Implica a la vez cuestionar el lado oscuro del lenguaje
cultural de una época en su reflujo expansivo.
“¿A quién prefieres? ¿A Dios o a
Adán?” –se pregunta Gombrowicz ante un óleo
de la bóveda Sixtina peleando con su pragmatismo
estético- “¿Prefieres los veinte o los sesenta?
Porque no hay un hombre único…”
También hay tendencias. Los adversativos pueden ser tomados por
las astas cuando el temor a ver la violencia agónica de la
arruga es aligerado por una afirmación que enroca Dios por
París y Adán por Argentina. ¿Dónde reside
la necesidad de eliminar conjunciones? Ya en la vieja Francia, Witold
medita acerca de ambos países, narra su seducción por
aquella pampa fastidiosa sin poder precisar el señuelo.
“¿Su juventud? ¿Su inferioridad?” y concluye
enunciando una de sus ideas capitales: “la belleza es
inferioridad”.
Las aguafuertes pasajeras -ficción sobre el a boca
de jarro- recorren a humor subido diversos prejuicios dócilmente
naturalizados. Ahí donde una frase es parte de la
colección blablablera que engorda el reservorio rumiante,
González sitúa la fuente, calibra el chorro, sacude la
usina lenguaraz. Las estrategias se renuevan en cada capítulo
bajando bandera, desatando moños y torciendo el cogote al
más y al menos pavo “para ver si es posible”.
Se escribe sobre otra escritura aun cuando esta doble
pertenencia resulte conflictiva o como diría Bataille: Cuanto
más riguroso es el pensamiento más se intensifica la
amenaza. Defender la legalización del aborto no supone
propiciarlo sino repudiar el aborto clandestino. Preguntas, dardos,
arpones dirigidos al traga sapos de la repetición argumental a
favor o en contra.
Klein hace visible lo paradójico del simultáneo derecho a
la vida y el derecho a la libertad, impugna la barricada entre placer y
reproducción -estandarte de chupa cirios y otras conservas.
Punto común el cuerpo, coyuntura indigerible. El imperio de las
esencias es disoluto, niega las construcciones que fabricó. Una
suerte echada: lo femenino. El montaje se desencadena en La mujer en cuestión.
Peso, altura, color de ojos, cabello, hija de, casada con… datos
sumados como escamas; testigos sin atisbos de autocrítica ni
emoción informan, detallan, evocan. Múltiples
declaraciones vertidas ante un escriba que -gracias al uso de
paréntesis y guiones- garantiza una tajante objetividad.
Andruetto, con matices kafkeanos vuelve presente la Dictadura, el abuso
de poder en esplendor, su resonancia en discursos cómplices.
Brecht Siglo XXI.
Marechal escribía sabiendo -como Freud- que el
inconsciente habla más de un dialecto. Artista en conciliar
antagonismos. Buenos Aires se hace risible para Adán, si bien a
lo largo de la novela se cuenta que al niño que fue Adán
le era grato llorar por la noche convocando fantasmas por pura
vocación de llanto. Es que en las antiguas teogonías el
espíritu de la visita está íntimamente entrelazado
con la muerte de algún familiar. Vocación contrapuesta a
una intensa práctica mutante. Angustia, hastío,
náusea, deriva, carne penitencial sedienta de frescos panes,
sintaxis del exceso. Marechal exhala formalmente huellas
heterogéneas, impone múltiples inscripciones: una manera
alternativa de cabalgar hacia lo real. Hernaiz contempla el uso de los
signos, el valor productivo del relato como usina de un modo de leer
inédito “renovando identidades colectivas”.
Cortázar en el momento justo -abril de 1949- supo reconocer el
extraordinario acontecimiento, anticipó la fuerza viva de esta
obra en el futuro de las letras argentinas.
Como la raíz cuadrada de menos uno, fórmula
espectral y al mismo tiempo imprescindible a los matemáticos,
espero con ilusión que las ideas en marcha encuentren nuevas
pistas. |