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Presentaciones de Capone en Septiembre --------------------------------------------------------------- --------------------------------------------------------------- El Imaginario Cultural Capone en Septiembre Por Eduardo Stupía Una vez atrapado en la instantánea efectividad inductiva del nombre - de un nombre apenas, Capone, que es casi un género en sí mismo - el lector del Capone en Setiembre de Liliana Heer queda a merced de una engañosa operación múltiple: allí donde cree hacer pie en los fragmentos articulados de un relato que progresa en el relámpago iconográfico, en la fragmentación episódica ,entre la enumeración intencionada y la artificiosa conjetura, verá cómo los resabios de la historia – tanto la novelesca como la social – y del mito urbano, así como los espejismos de mitos privados, de la memoria periodística y ficcional, son solo muecas de una fisonomía escriturial que se repliega insistentemente sobre sí misma. De la panteísta fabulación eventualmente amorosa, dramática, prontuarial, gangsteril, como de la molecular mímica personalista o proto - documental, la autora ha destilado el líquido huesudo, irreductible, de una mordiente lengua poética perfectamente inmune aún a aquello que ha ido a buscar entre los factores más fascinantes, y eficazmente amorales, de su objeto. Una voz que ensaya desdoblarse entre narrador y personaje, pero que siempre recupera su desapego autónomo, hace de esta escritura una pesquisa satelital, que quiere girar obsesionada y ferviente alrededor de un multifacético núcleo magnético. Liliana Heer se ha propuesto construir un monumento paradojal, algo que se interrogue mientras avanza y que se haga y deshaga en una pendular arquitectura de confesiones fácticas y proactivas ausencias, de certezas camoufladas en huecos incógnitos, de frases que adquieren sentido y claridad terminal en la brevedad trunca, como escalas de tempo, tono y rítmo para la búsqueda programática de esa imagen conclusiva que fuga en abismo en el mismo momento de entrar en escena. |