Liliana Heer

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©2003
Liliana Heer

 

Un estilo gris y el empleo de una jerga casi burocrática acompañan, en estos cuentos de Liliana Heer, una imagen opaca del mundo en que la crueldad de personajes minúsculos sólo sirve para engendrar el sufrimiento de seres ya definitivamente marginados y sin esperanza. En este laberinto de episodios que pueden ser juzgados casi intrascendentes asoma una de las formas del infierno, acaso una de las más temibles y cotidianas. Hombres y mujeres que han renunciado hasta a la osadía de un sufrimiento pleno de esplendor y gloria padecen en un ámbito que tiene el sabor acre de un humor que los ha hecho ridículos por falta de grandeza. De tal forma la comicidad adquiere un tono penumbroso y nos propone un desfile de personajes que han quedado congelados en su propia ausencia de calor y de audacia. Culpables y víctimas por igual se muestran como individuos colmados de infortunio y llamados a existir y a morir como si nunca hubiesen tenido realidad, despojados de todo fervor: una condenación que comunica al castigo eterno la penitencia del hielo y no la del fuego. Un puñado de textos que en forma homogénea y sin fisuras y con uniforme excelencia se demora en el descubrimiento de una dimensión que habitualmente nos permitimos omitir y desatender a causa de su ingrata carga de desilusión.
La corrosiva visión de un círculo en que los penitentes conservarán mañana el vacío que ya hoy los está despojando de todo sentido.

Jaime Rest