Liliana Heer

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Prólogo
Libro
Reseñas

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©2003
Liliana Heer

Libro Cinco de Von Grau,
comúnmente llamado
La tercera mitad

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Capítulo 1

Von Grau no sabe que ha olvidado su nombre, la ciudad y hasta el aspecto. Han pasado los días, no sabe cuántos porque se parecen en la claridad y el reposo. Cuartel, cárcel, manicomio. Mira su brazo vendado, si alguien lo observara diría: “No me mire la mano derecha”.


Capítulo 2

Yeso, algodón, metal, madera. El brazo puede o no ser suyo, dicen que poca diferencia existe entre realidad e ilusión cuando se trata de pérdidas.


Capítulo 3

Ver sus zapatones le dan ganas de bailar: “¿Será un cuartel?” A una cárcel o a un manicomio no necesariamente se ingresa con los pies cubiertos. No tiene hacia sus pies familiaridad alguna.


Capítulo 4

Paisaje blanco: no siente frío ni calor. “Esto es una reja. El brazo está inmóvil. Una hilera de árboles es el camino de salida.” Verbos elementales. Mueve la mano y siente dolor, la mueve como para apretar un pincel. Un cuadro delante de sus ojos, un cuadro antiguo. La naturaleza produce monstruos, los esconde. Ni plegaria ni comunión, una imagen que muerda. “¿Y si fuera al revés? ¿Si los lugares de los que imagino salir fuesen la entrada? Rejas, un camino, los pabellones. Debo ser un viejo preso o un viejo loco.”


Capítulo 5

Abandonó definitivamente la idea de cuartel, también la de estar afuera. Es un detalle conocer el entorno si ignora su nombre. Puede hallarse en los alrededores de un convento, un único jarrón con una flor de ibiscus es la caricatura de los suplicios.


Capítulo 6

Aprieta la mano para sostener un pincel y vuelve el dolor. “Las mujeres son máquinas de sufrir. Un día pude pintar La mujer que llora, pude hacerlo, eso es todo.”


Capítulo 7

Lo distraen pensamientos variados. Tiene un impermeable demasiado largo que parece un guardapolvo, un sombrero cónico de tela como un vagabundo o un brujo que ha conseguido atrapar algunas imágenes. “Con la mano izquierda entrego un ramo de camelias. La novia sostiene el ramo y su velo pero el viento sopla fuerte y se lo lleva. Cuando yo me casé también llovía. ¿Puedo hacer algo contra ese recuerdo?”
Su mano derecha se contrae, aprieta el pincel en vano para sacar del caos un barco que ha partido.