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Liliana Heer
Contratapa
Prólogo
Libro
Reseñas
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©2003
Liliana Heer
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Libro Siete de Leonor,
comúnmente llamado
Ángeles de vidrio
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Capítulo 1
Leonor no va a contar la historia de un loco. Vivió tantos
años con él que poco le agregaría. No va a contar
la historia pero empieza a hacerlo. Empieza por el final. Recuerda
cómo lo conoció. El niño estaba en su cuerpo
aún sin nacer, trabajaba de camarera en un bar y había
sido echada por no impedir que un cliente partiese el espejo con una
botella. Repentino y fugaz, el movimiento fue tan inesperado que
sólo pudo reír a carcajadas cuando el hombre que le
pedía una y otra copa hizo estallar el espejo.
Capítulo 2
Ella no habría podido impedir nada pero actuar así fue la
ocasión del dueño para echarla. “¡Leonor!
¡Leonor!” Nombre que al unísono vocearon los
clientes pidiendo más bebida; algunos parados sobre el mostrador
para arrancar pedazos de espejo, otros pateando las esquirlas. El bar
convertido en un motín. Golpes, estruendo, agujas de plata,
simetría deforme.
Capítulo 3
Aun después de haber sido echada a empujones a la calle, Leonor
pretendió seriedad pero reía. Júbilo nocturno.
Risa en medio de la risa. Verdes y azules los reflejos del cartel sobre
sus dientes.
Capítulo 4
El hombre que había tirado la botella, muy resuelto
empezó a juntar cosas del piso: cosméticos y un tapado
azul que sostiene mientras Leonor guarda en un bolso el delantal de
camarera que no volverá a usar. Tampoco vestirá otra
clase de uniforme. Bajo la consigna “Esto es una partida”,
escucha la promesa: Le pagaré todos los martes como si
trabajara.
Capítulo 5
Leonor mira su vientre y recuerda una imagen. Varias veces vio aquella
película en la que una joven criada miraba su vientre
después de espantar hormigas con un diario; el chorro de agua
sobre los insectos. La criada mata, enciende el fuego, busca el
molinillo de café, se sienta al lado de la mesa, entorna la
puerta de la cocina con los dedos del pie para recién entonces
desviar el interés hacia su cuerpo.
Capítulo 6
Leonor nada exigía ni esperaba de nadie. Respondía a una
rara alianza, mezcla de disciplina e improvisación; por ese
motivo, al quedar embarazada rechazó la idea de convivir tanto
como la idea de abortar. Desde años tempranos había
creído que alguna vez iba a tener un hijo, sólo uno. En
los hechos, su creencia se adelantó; un imprevisto insuficiente
para dar cauce al patetismo. Era joven e inexperta pero poseía
imágenes, había visto suficientes películas como
para no introducir el sexo y la muerte en el primer capítulo.
Capítulo 7
Rito mayor: partir el misterio dentro de su cápsula. Dios no
está en ninguna parte. Todo estaba perdido desde el primer
día. Él también debió simular, un artista
es un gran simulador. ¿Cuál será su nombre de
pila? No entrar en confianza, imitarlo, fingir abstención.
Tenaz, leve, frutal como una lengua alegre en una boca sabia, Leonor
sonríe.
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