Contratapa
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Presentaciones de MACEDONIO Para empezar aplaudiendo --------------------------------------------------------------- --------------------------------------------------------------- Escuela de la Orientación Lacaniana Coordinación: Artura Frydman Macedonio, para empezar aplaudiendo Quisiera pedir un aplauso... Para ser coherentes con el libro. Me gustan las contingencias que generan cierta extrañeza. Y me preguntaba cual habrá sido la razón de este encuentro al cual he sido llevado por la generosidad y confianza de Liliana que apenas me conoce, a mi, justo a mi, que me encanta la literatura clásica, los cuentos redondos con comienzo, desarrollo y final, las moralejas y alegorías, los mitos y leyendas, la música melódica, las canciones que cuentan historias y la pintura figurativa. Porqué, justo a mi, me metió en esas Autopistas de las palabras con esos autores extraños, que le escapan al sentido, y ahora me pide que presente un libro de características tan atípicas. Son encuentros que para mí han tenido la sorpresa que tienen los mejores chistes. Porque sin duda nuestro estilo es otro y quizás eso permita una alquimia particular entre nuestros discursos. "No me lleves a sombras de la muerte Hay un morir si de unos ojos
Liliana Heer, macedoniana El mundo (o la Contingencia), como diría Macedonio, nos pone en este sitio para presentar este libro de Liliana Heer que es, en definitiva, una soberbia experiencia de vampirización literaria. La forma teatral elegida es el witz o el gag, una suerte de comedia física de las palabras y de los actantes, que en su teatralidad invoca la preferencia macedoniana por la oralidad y la resistencia a lo escrito, lo inmóvil, o como diría Derrida lo testamentario, el grafema. Toda la literatura de Macedonio es una expresión charlista de eso que llamamos literatura, es un puro fenómeno (formalista) de la voz, y la literatura es –puramente- del orden de la voz o de sus formas alucinadas, muy presentes en esta pieza: la voz como lo irreconocible, lo más inquietante de uno mismo y de los otros, acaso de esos otros que que a uno lo hablan. Carlos Dante García Quiero en primer lugar, agradecer a Liliana la invitación que me ha hecho a presentar su libro porque me dio la posibilidad de leerlo de una manera que se la llama, “para una presentación”. No es lo mismo que leer un libro cuando no se ha de decir algo para otros. Me he detenido en él con el fin de extraer algo para ofrecerles a ustedes y hacerlo lo que se llama social, presentarlo en lo social. Es de destacar algo que ya mencionaron los que me precedieron; una coincidencia. Walter Romero dijo que era un libro artefacto, esto es un libro que se presta a más de un uso. Luis Salamone dijo, citando y trayendo como referencia a Noé Jitrik que se podría incluir el libro de Liliana dentro de los libros atípicos, cuando mostró el grueso volumen “Atípicos en la literatura latinoamericana”. Las dos menciones son justas. Por mi parte, la primera impresión que tuve al leer el libro fue que es un libro raro. Es un libro extraño y poco frecuente. Está construido por los agradecimientos, por 25 prólogos y por una breve obra de teatro de tres actos. Los 25 prólogos están escritos por 25 autores que no son Liliana y de esos 25 autores no todos son escritores; hay dos psicoanalistas. El libro de Liliana tiene algunos rasgos de la escritura de Macedonio pero como ya aprecian, también cosas muy distintas.De Macedonio se han dicho y se seguirán diciendo muchas cosas. Piglia en un bonito documental ha dicho que Macedonio es la literatura argentina. Germán García en su libro Macedonio Fernández: la escritura en objeto dijo que en su escritura su lenguaje es sorprendente ya que se fragmenta y se organiza según tensiones difíciles de comprender. Que ninguna señal indica la entrada o la salida de sus textos: se entra y se sale por ningún lugar. Coincide entonces con la imagen que nos acercó Luis Salamone cuando dijo que la escritura de Macedonio le evocaba figuras topológicas al igual que el escrito de Liliana. Habiendo argumentado sobre la condición subjetiva de Macedonio basada en la melancolía, su tesis es que el lenguaje de Macedonio es transformado en objeto. Nuestro actual presidente de la A.M.P, Miquel Bassols ha dicho en “Macedonio Fernández, la nostalgia de la página en blanco”: “Macedonio Fernández viene a ser así uno de los mejores antídotos contra el “todo lleno” al que nos empuja en la civilización la promesa del goce absoluto. Parece que casi nunca pensaba en publicar y que fue por la insistencia y el cuidado de sus más próximos que nos han llegado finalmente sus escritos. En el universo literario, si existe algo así, se nos aparece él mismo como el personaje de uno de sus chistes del aún no, esos chistes que no se ríen de inmediato porque requieren un tiempo de espera, cierto vacío, cierto tiempo de comprender. Por ejemplo: “había tan pocos que faltaba uno más y no cabía”. Es seguramente este el lugar que le cabe ocupar a Macedonio Fernández en la literatura universal, el de no llegar a caber si faltaba uno más... por si ese que faltaba fuera él. Ese lugar llegó a hacérselo, casi sin proponérselo, a través del vínculo especial que mantenía con la página en blanco, con su paciente escritura no exenta de ambivalencia ante objeto tan paradójico. De hecho, Macedonio buscaba y evitaba la página en blanco, como un fóbico y un nostálgico a la vez de su ser de objeto. Se identificaba así con su estructura antinómica al aparecer él mismo en ausencia, con ese rasgo de no estar nunca ahí donde se lo esperaba, recién venido siempre de Otro lugar. La escritura, decía Freud, es el lenguaje del ausente y es por la magia de la misma escritura que se hace existir también este lugar. Desde ahí viene y escribe Macedonio Fernández. Este lugar de la letra, lo sostiene y lo hace presente de manera especial en la página en blanco en la que llegó a encontrar el defecto más íntimo de la literatura” ¿Qué dice Liliana Heer con su Macedonio para empezar aplaudiendo? Cuando leí el libro por primera vez lo hice con curiosidad y quedé medio perplejo, no entendiendo. Ese momento de lectura me evocó la novela Museo de la Novela de la Eterna. Me evocó la presentación de la novela. Les recuerdo que es un texto que Macedonio mismo lo presenta como una novela de lectura de irritación. Mi efecto subjetivo al leer el texto de Liliana no fue de irritación en el sentido de una molestia sino que me evocó lo que dice Macedonio de su propia novela al presentarla: es una novela de lectura de irritación. Una novela de lectura de irritación es una novela que no busca entretener ni informar. Es una novela que produce confusión. Proponía la fragmentación y el quebrantamiento de la estructura de la obra que tenía como objetivo una estética que denominaba “Belarte Conciencial”, esto es, crear sensaciones. Decía citándolo: “Sería un fracaso que el lector leyera claramente cuando mi intento artístico va a que el lector se contagie de un estado de confusión… Es más, al lector hay que enfrentarlo a una lectura de ver hacer… leerás más como un lento vivir viniendo que como una llegada… por medio de ésta técnica, el lector empírico tiene que re-construir la obra en su mente, y por ello va a transformarse en un lector- artista, porque constantemente está consciente que está leyendo una novela cuya anécdota se construye y destruye en el proceso de lectura. Y al verse una y otra vez burlado en su intento, se somete a un proceso que dura cuánto dura la lectura”. Por eso será, digo yo, que Macedonio afirma que “la del lector es la carrera literaria más difícil”. Esto es lo que para mí presenta de macedoniano el libro de Liliana Heer. Estamos de lleno en y ante su ironía, contagiados. Voy a empezar por el final, esto es, por el final del libro de Liliana, su segunda parte, la obra de teatro titulada Macedonio para empezar aplaudiendo que le da el título a todo el libro incluyendo los prólogos. Dejo de lado los prólogos. Se trata de una obra de teatro que incluye en la obra de teatro a los personajes de la novela de Macedonio: Museo de la novela de la eterna, agregando un personaje que no está en la novela de Macedonio; a Macedonio mismo como personaje. ¿Qué hace Liliana con los personajes? Los hace actuar y decir en otra escena. De la escena de la novela a la escena de la obra de teatro. ¿Qué dice y hace Liliana con los personajes? Les recuerdo que J. Lacan en su Seminario Las relaciones de objeto y las estructuras freudianas comenta, admira e interpreta la fobia de un niño famoso en el psicoanálisis: Juanito. Afirma que la fobia de Juanito muestra que la fobia es una invención de seres de significantes, de personajes pero vivientes. Tienen vida porque tienen una vida pulsional. En cambio los personajes literarios también son seres de significantes, creados por el significante pero son solo seres de significantes no vivientes, sin lo pulsional. En este sentido, leo que Liliana ha creado a partir de los personajes de Macedonio sus propios seres de significantes. Notemos que su creación de significantes se aprecia en cómo ella los presenta entre las páginas 64 a 70 al diferenciarlos entre personajes y discípulos. No los presenta a partir de sus características físicas, ni por sus caracteres psíquicos ni por sus comportamientos. Esto es lo que habitualmente se hace en las novelas, las obras de teatro y los guiones. Los personajes son seres de significantes muy cercanos a lo que la lengua ofrece en sus diversos matices diferenciales lo que ha de constituir y dar forma a un lenguaje. Una aproximación de esto ha enunciado Salamone, aunque yo destaco que los rasgos de los personajes están construidos mediante la función que tiene de la palabra en el lenguaje: el actor anuncia, dispuesto a turbar, disponer, repetir, callar, desaparecer. Macedonio dice frases en el instante justo no se sabe cuándo. Agradece en silencio. Los discípulos dice Liliana en la página 69 “medio existen, no parece vivir fuera de lo que han leído…”. Tendremos entonces que agregar a lo que enunció Lacan: los seres de la literatura son seres de significante agregando: son también seres de lo que han leído (no se sabe quién). Los personajes (llamados en la obra los discípulos) tienen ocurrencias, recuerdos lejanos; hacen chistes, clasifican, completan argumentos, son vecinos de los significantes. Otros educan, dirigen, saben todo, aseveran, critican, juzgan. Se aprecia la prevalencia de su relación a la función de la palabra y a lo que hacen (que he dejado un poco de lado) lo que caracteriza a éstos personajes. Son seres con y a partir de la lengua. Se distinguen por supuesto de lo que ocurre en las alucinaciones y en las formaciones del inconsciente que se llaman recuerdos encubridores y novelas familiares en la que los personajes dicen y hacen a partir de lo que dicen. Los críticos y expertos en literatura dicen que Macedonio realizaba experimentos literarios superponiendo niveles diegéticos, esto es, niveles de diálogo. En mi lectura, lo que Liliana hace es ofrecernos algo cercano a la técnica estética de Macedonio pero no con el objetivo de producir un contagio en la confusión sino con el contagio del disfrute de lo que nos ofrece la lengua. Siguiendo éste hilo voy a presentarles lo que extraigo de la lectura de cada acto de la obra teatral y las frases que para mí nos ofrece una satisfacción a compartir en la lengua. El primer acto: Destaquemos que Macedonio no habla pero que sí comprendemos todos que lo que hace Liliana al invitar a escribir a escritores y psicoanalistas sobre los prólogos y al hacer su libro obra de teatro, ¿qué está haciendo con Macedonio?. Un homenaje. En la página 85 queda enunciado algo que me parece que distingue a lo que habitualmente se dice de los homenajes: “El homenaje no tiene género”; género literario. El segundo rasgo que para mí prevalece en ese primer acto es algo que parece constituir una ironía pero que lo es y no lo es al mismo tiempo. El primer acto trata de algo de lo que se ocupó el mismísimo Borges: “De la dificultad del plagio”. La mayor dificultad no reside en la creación de algo sino en el plagio porque en algún sentido siempre se plagia porque siempre hay un texto primero. Hay ausencia de plagio cuando el texto está perdido. Borges enunciaba que después de Macedonio todos tendían al plagio. El tercer rasgo de este primer acto es lo que es enunciado como el tono del placer de la lengua. El tono del placer de la lengua es único, de cada uno que lee. El texto no lleva en sí mismo ese tono de placer. Es lo que leo en el texto de Liliana. Las frases que les propongo compartir de éste primer acto son: “Los paréntesis hablarán por mí” de la página 76. Es una convención de estilo que los paréntesis son signos de puntuación. Por lo general tienen la función de un agregado que no implica que sea alguien que habla sino que agrega algo a lo que se habla. “Perdamos la paciencia esperando que lleguen” de la página 77. Algo se pierde cuando se espera. “Pongamos las pretensiones bajo la lengua” de la página 78. En efecto, muchas pretensiones se salen de la lengua. “Pienso que la lengua comparte con la vida un automatismo longevístico cuya moral es resistir a la letra abierta” de la página 80. Esta frase nos muestra muy bien una cierta posición de Liliana respecto de la lengua y la vida. La tendencia a la longevidad, a lo que perdura se basa en una moral que implica cierta relación a la letra. En el segundo acto nos encontramos con dos novedades exquisitas. El personaje Macedonio habla por primera vez. Sus primeras palabras son: “Violetas…violetas…Y una Eterna” de la página 93. Se opone a lo que fue la participación de Macedonio en el primer acto en el que no pronunció palabras sino que se dedicó a afinar el instrumento, su guitarra y tocar algo. Primer acto, Macedonio y su instrumento, la guitarra. Segundo acto, Macedonio, su palabra y sus frases. ¿No son su instrumento? En éste segundo acto es de destacar también algo que nos va a llevar al psicoanálisis. De Macedonio al psicoanálisis a través de Liliana. El primer movimiento de éste segundo acto es el rasgo de lo que es tratado por los personajes como el conflicto de lo que se genera entre la repetición de lo que se ha leído y la cita, desplegado entre las páginas 91 y 92. Es casi la reproducción de la cuestión del plagio. ¿En qué medida cuando repito cito o repito creando algo nuevo? Cuestión que concierne a la literatura y al psicoanálisis. El tercer rasgo se puede expresar en una fórmula: ¿Cómo disolver tensiones? Es el desarrollo de un diálogo entre Macedonio y Freud. Es el momento en que aparece en Liliana ciertas cuestiones del psicoanálisis con la literatura. Luego de que Layda dijera: “La ironía azucarada mantiene vivas a las hormigas” que retomaremos de la página 96, en la página 97 Desandar pregunta: “Freud da una definición de experiencia absolutamente macedoniana, ¿la conocen?” En ese contexto El actor va a contestar en un párrafo extenso con la repetición de una frase que da con el mensaje que Liliana nos ofrece en éste caso entre literatura y psicoanálisis, lo sepa ella o no. “El Actor: ¿Cómo entender lo que dicen? Enmarañan las letras, impiden a los espectadores escuchar la definición que todos parecen haber estudiado de memoria alguna vez con mediano éxito neuronal. Hablan uno sobre otro: Consiste en algo así como experimentar aquello que no desearíamos haber experimentado. Consiste en algo así como experimentar aquello que no desearíamos haber experimentado.” Les señalo que es el único párrafo que se repite dos veces de manera idéntica en un contexto en el que al ofrecer la definición de Freud de experiencia dicen lo mismo aparentemente hablando uno sobre el otro. “Experimentar aquello que no desearíamos haber experimentado” es el principio de la repetición en la experiencia del análisis: transformar el displacer en placer. Y es el principio de la ironía o del chiste en Macedonio, según a quién se tome. Para mí, es el principio de la ironía macedoniana que no es cualquier ironía. ¿Cómo disolver tensiones? Qué mayor ironía que responder con el dispositivo analítico y/o con el chiste y la ironía. Las frases que extraigo del segundo acto son: “Somos personajes. ¿Cómo dar lo que no tenemos?” De la página 94. Esta frase es un ejemplar de lo que enunciamos. Liliana acerca los seres del significante al psicoanálisis y producen éste fenómeno: la pregunta del y basada en el amor pero mutilada ya que le falta una parte para que sea la fórmula completa de Lacan. “Creo que el verbo regular defrauda cualquier expectativa” de la página 94. Recordemos que el verbo regular es un verbo que posee conjugaciones uniformes sin modificar su raíz, según el tiempo o modo en que es conjugado; como por ejemplo amar. No es lo mismo que te amo que genera una expectativa. Es una exquisita ironía de la conjugación verbal que es regular, diría que es propio de la neurosis. “El actor en lugar de un ataque de hipo tiene un ataque de eco” de la página 99. Los ataques de hipo son causados por diversas razones: comida muy condimentada; por comer de forma rápida; por tomar bebidas frías; por emociones intensas; por fumar. En definitiva se dice que es provocado por algo que no es inherente a la función del comer, del tomar, del respirar. El eco es un fenómeno acústico producido cuando una onda se refleja y regresa hacia su emisor. Es una bella metáfora de lo que es un actor: un eco en el lugar del hipo. Finalmente en éste segundo acto Macedonio habla para decir: “¿Quién no sabe aún que todo lo que termina es breve?” Es una pregunta final para abrir el tercer y último acto en el que nos plantearemos una pregunta fundamental. En el tercer acto se trata de responder a la relación que cada uno tiene con el tiempo y la duración, tanto en lo que escribe como en la práctica analítica. En la página 105 el personaje Macedonio dice: “Un momento espectadores de fines. Todo lo que termina es breve suena demasiado claro y lo demasiado claro es altamente sospechoso y seguiría encadenando frases con la letra. Y tan dúctil para narrar y tan censurada por los doctos de la lengua siempre dispuestos a superar a Procusto imponiendo falsas reglas, acartonadas poses, falsetes desprovistos del ímpetu espontáneo y la alegría saltarina de encadenar lo que sigue al anterior pujante y apresurado gusto por decir y no decir buscando continuar. SI ustedes me permiten, seré tan cuidadoso como tenaz en incitarlos una y otra y otra vez al siempre más: usen y abusen de añadidos, sigan el eco de mi carácter favorecido por elogios inflamados y esfumados en circulares elecciones sorprendentes muchas veces de lozanos y muchas veces de torpes intentos análogos. Fiel a mis no desmentidas maneras, voy a participar lo menos posible sin pasar a reclusión completa, así ustedes subsistirán actuando y encendiendo adhesiones con estos bellos, tentadores y acertados arrebatos de perspectivas gratísimas in sabidas” Este discurso del personaje de Macedonio en la obra le hace decir sobre el “apresurado gusto por decir”. En éste sentido, Macedonio podemos preguntarnos: ¿es freudiano o es lacaniano? Cosa que Liliana no enuncia pero que está en su texto. Macedonio es freudiano en el “buscar continuar”, en el a “siempre más”, en el “usen y abusen del añadido”. Estas frases contagian hacia el continuar siempre agregando algo más. La orientación lacaniana se ha caracterizado y así lo manifiesta Lacan en varias ocasiones por la conclusión, por el desenlace, por lo finito. Por estos dos rasgos decimos que Liliana sabiéndolo o no incluye en la lectura de Macedonio éste debate. Mi propuesta es, Macedonio es freudiano por esa inclinación hacia el agregado de siempre más. En cambio es lacaniano por su creación irónica. El otro rasgo que aparece en el tercer acto es el apartado de la Verónica del desenlace que en cierto sentido continúa lo enunciado más arriba. Las frases más significativas para el deleite del lector y para contagiarse de su lectura: “Solo hay tragedia por cesación del amor” de la página 110. Metáfora de la pérdida. “Por diminuto que sea un acto, en alguna ocasión debe empezar comenzando” de la página 113. Centra la cuestión sobre el acto, cuestión tan importante para nosotros los analistas de la orientación lacaniana. En efecto, un acto implica un comienzo y una temporalidad. “Nadie ignora que todo final es un simulacro” de la página 118. Creo que es la idea de Macedonio que consiste en sostener que no hay final. Quizás se base en su modo particular de tratar la pérdida. Finalmente, esto no es un simulacro, llegamos a lo que Liliana dice sobre Macedonio y quizás nadie haya dicho: Macedonio tenía tres cosas en qué sostenerse. Un instrumento, su guitarra para crear una melodía musical. Un objeto que se dice siempre lo acompañó y que aparece significativamente en la obra de teatro. La sartén. Se dice, en las diversas biografías de Macedonio que vivía de una manera muy austera en pensiones en Once llevando con él un calentador “Primus”, una pava, una guitarra, una foto de Williams James y una sartén. El mismo objeto aparece en la obra de teatro llamando la atención a los integrantes de la obra porque “se mueve solo”, y la tercer cosa que dice sobre Macedonio es que su escritura como objeto, la de el mismo Macedonio, le permite escribir una obra de teatro haciendo de la escritura un objeto: Macedonio para empezar aplaudiendo. Los invito a leer el texto de Liliana.
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