Liliana Heer

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©2003
Liliana Heer

 

 

 


Prólogos

EL  MACEDONIO, SIN SOMBRAS
Por Susana Szwarkc

Fuera de cualquier kiosko y en pura presidencia es donde transcurre
este movimiento único, (¿único y eterno serán sinónimos?). O
sea, calor absoluto, en sobretodo siempre puesto para no morirse.
Leyendo a este Macedonio, no se quiere evitar el contagio. Al contrario,
queremos ser contagiados y escritos. Somos El Bobo y cada
uno de los personajes, también los maniquíes a veces con cabeza.
Acariciar los tres actos de ida y vuelta. El huevo a punto. El carozo
en la boca.
Un espejo que refleja otra cosa, que no muestra ni el derecho ni
el revés sino su propio universo (como en una película de Paradjanov).
Es decir, la carta que queda en el bolsillo y recibimos: ¿Habrá que
desechar los espejos y los reflejos? La tercera podría comenzar con
el clásico exordio “Érase una vez….”, porque “Érase un Zapallo…”
es un cuento que van a querer escuchar hasta el final. (Los plagios
aspiran a la transformación).
Para empezar aplaudiendo es que aplaudo este Macedonio de la
inigualable Liliana Heer.