Liliana Heer

Contratapa
Prólogos
Primer capítulo
Ilustraciones
Presentación
Reseñas
Entrevista


<



©2003
Liliana Heer

 

 

 


Prólogos

URGIDO POR LA GUITARRA
Américo Cristófalo

Macedonio se nombró Recienvenido, Bobo de Buenos Aires, mártir de
la Reposición, desconocido, polígrafo del silencio, escritor oral.
Nombres que fraguan el círculo de Presidente, Eterna, Mimosa,
Quizagenio, Indiferente. La política del nombre en Macedonio prescinde
de solidez, ensaya figuras insustanciales. La filosofía no cesa de preguntarse,
feliz o infelizmente, por lo que Macedonio ilumina vacío o más intensamente nada. En ese movimiento está el teatro que Liliana Heer ahora deja en estado de resurrección. Si el teatro de Macedonio vive en el teatro, había que moverlo, definir una distancia, o la ilusión de una distancia para abolir su forma de espejismo encarnado, y que el desengaño produzca acontecimiento teatral. Es ahí donde se cumple mejor la premisa: “un escritor sin obra”; y ahí también donde la pulsión mayor del personaje, la máscara en ausencia, cobra la naturaleza insustancial del nombre. La segunda proposición de esta delicadísima conjetura atañe al tiempo, o mejor: al motor de la comedia macedoniana; en Macedonio leímos el chiste del tiempo, la risa de amarga, suave o alegre composición: “instante seguido de eternidad” evoca el epígrafe liminar, necesario a la novela sin comienzo o la pieza que arranca donde espera terminar. Vemos a Macedonio urgido por la guitarra a punto de lanzarse sobre una payada sin punto de apoyo, sin réplica, emancipada de la triste vida del gaucho condenado a hablar en verso, lo vemos pulsar una cuerda insonora, una piedra que recorre el tiempo robado de la boca al trastero, el viejo deseo flaubertiano del libro sobre nada, orientado a promover una conversación hueca entre huecos, el Actor, el Bobo, Desandar. El tercer rmomento de la conjetura de Heer es la generosa invitación a esta digresión colectiva, la promesa de comenzar, de posponer reunidos, un viaje sencillo y por venir.