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Reseñas de Bloyd --------------------------------------------------------------- Un texto de goce y ruptura --- Difícilmente definible como cuento o novela, este texto narrativo recibió el premio Boris Vian, otorgado por un jurado formado por Luis Gusmán, Nicolás Rosa; J.C. Martini Real, J.J. Bajarlía y J. Hernández. Hecho que informa sobre las condiciones de lectura que ofrece el texto y lo ubica en una zona infractora, a la vez que lo alinea dentro de una literatura, marcada por el discurso psicoanalítico. El texto de Heer se erige en un triple desafío: desafío a la historia de la escritura y la lectura porque no puede ser leído como historia, sino como lenguaje, como texto de goce (de postulación barthesiana) que retiene momentos fugaces y, como dice un personaje, "obedece al nexo sinuoso del ardor, del júbilo". Bloyd se instituye contra el verosímil, contra la legibilidad, contra la verdad. En segundo término es un desafío a las ideas de totalidad y unidad, hegemónicas en la narración tradicional. En Bloyd, la continuidad se construye a partir de interjecciones de relatos, historias y enunciaciones de historias, y los agujeros de esos relatos, además de contribuir a apuntalar el entramado del texto, crean una constante suspensión de sentido: "Simulando coherencia y cierto carácter augural contabas tu vida, legible por fragmentos, a la deriva de algunas explosiones". Se espera que los hilos narrativos se entrecrucen o unifiquen en algún punto del relato: en realidad no hay ni tal pluralidad ni tal unidad; no a hay una historia reconstruible lógicamente: hay deseo, mundo de los placeres, pasiones y muerte. El tercer desafío es temático e ideológico. El manejo del espacio temático relacionado con el cuerpo, el goce y el deseo sexual; una casa de lenocinio como eje espacial, y la defensa de los burdeles como hilo argumental que atraviesa el texto, hacen de Bloyd una trasgresión a los criterios morales. Tres ejes que constituyen los sistemas de exclusión o modos de ejercer el control discursivo: razón/locura, verdadero/falso, y el sexo están presentes en esa trasgresión. El pretexto de contar una historia no oculta la obsesión de una escritura que no deja de hablar de sí misma, el texto constantemente se repite, se contradice, se niega, se completa. Todo acontecimiento narrado remite a la acción de narrar, creándose un efecto especular entre los niveles del relato. Efecto que repite el de una relación fundamental entre el placer del cuerpo y el placer de la escritura, llegando a la síntesis por la que la escritura se materializa, se hace imagen, se vuelve casi una textura.
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