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Liliana Heer: Vértigo Del Lenguaje
Por Stella Alvarado
Diario La Capital, Suplemento de Cultura
La Plata, 22 de agosto de 2004

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“En una oscura celda
habita la locura.
¿Quién la ha sacado
de su sitio?”

Rose Auslander



Lugar de lo indecible

 “Suelo pensar que el arte es convulsivo, contagioso, que pertenece a la civilización; pero también a la locura. Desde este vértice de inocencia lúcida, cada escritor no oculta ni borra el secreto, la interrogación permanente, el derecho a exigir un universo que incorpore el caos”, expresa Liliana Heer, escritora y psicóloga, nacida en Esperanza, Provincia de Santa Fé. Y continúa: “La obra de arte hace hablar, incita a la proliferación y a la vez implica un desafío porque escapa a ser definida. Para Freud, el arte es una formación del inconsciente, en tanto que Lacan lo inscribe en el registro de la producción, del objeto”.

“Desde la literatura, el acceso no es menos controvertido. La idea del secreto que encierra un texto, nos conduce a su desciframiento, tanto como al lugar de lo indecible. El artista se guía por mapas inconexos y otras ayudas falsas, sabe que siempre se pierde, por eso capta la prisa, la ceremonia, el adiós sin despedida. Pródigo, roza la plenitud en los huecos del tiempo donde inmensas piedras detienen el martilleo mordiente de la letra. Cráneos al sol para que asome un torrente de lava.”

Caer en el cielo
  
Escritura: dominio donde se yergue el imperio del yo, que debe ser representado como un vértigo.
  
Escribía Georges Bataille: El ejemplo más simple de la acción que ejercen las poderosas fuerzas físicas sobre el cuerpo humano, nos lo proporciona el vértigo. Vértigo que en acto literario nos eleva, nos sustrae a espacios más intensos, profundos, donde el lenguaje queda destinado a ser pura vibración interior. Transitar la vorágine. Trepar al vértigo del lenguaje; lenguaje que en la perspectiva de Liliana Heer es “sostén del erotismo, porque la escritura –al igual que el cuerpo- , repite, desplaza, simula lo interminable a semejanza de la cópula”.

“En la novela Bloyd, yo concebí un universo centrado en el erotismo, donde los cuerpos fuesen el sostén del lenguaje. Testigos capaces de enunciar su poder. Un universo donde ICARO  busca la libertad, sin correr el riesgo de morir al acercarse al sol. Es en esta novela donde sigo esa línea circular: insinuar, descubrir, no completar, repetir innumerables veces lo mismo desde diferentes ángulos. El resto es ironía, una larga espera de la muerte”, concluye.

Cuando en 1984 Liliana Heer recibe el Premio Boris Vian por su novela Bloyd, Nicolás Rosa expresaba: “Toda escritura es un sistema de borramiento, se funda sobre el mecanismo del olvido. A medida que se escribe se va borrando eso que, en alguna instancia, es el asesinato de la escritura. Apuesta de la escritura: escribir para salvarse de la muerte, escribir para salvarse del olvido: una ilusión de inmortalidad”.

Gestualización del sacrificio
   
 “Leer  es un vicio afiebrante, metastásico, polimorfo, una operación que implica riesgos, abre esclusas, privilegia escenas, transforma en propios los textos ajenos, inscribe en el mapa de los sentidos una secuencia siempre distinta y a la vez, sobredeterminada.”

“Mis adicciones responden a intervalos: el territorio de captura sucede entre líneas. Bebo de los maestros, releo, me embriago una vez más. Recuerdo una pregunta que le hicieron a Emmanuel Lévinas acerca de cómo se empieza a pensar. El respondió: por traumatismos o tanteos a los que uno ni siquiera sabe dar forma verbal; por una pérdida, una escena de violencia, la brusca noción de la monotonía del tiempo. También se empieza a pensar leyendo libros.”

La fragmentación es la antesala de lo excitante

Comentaba Nicolás Peyceré: Acontecimiento y personajes subyugan por la ceremonia de girar en elipse. Caligrafía de telaraña, cortejo de alteraciones, tiempo de la Misa en Si Menor de Bach. La Tercera Mitad : título matemáticamente fantasmal. Hegemonía de la novela. Un pez no puede visitar su acuario, pero aquí las palabras visitan un lenguaje. Para Liliana Heer el relato es “el recurso que diluye la frontera entre realidad y ficción, como si fuera un resto diurno. La verdad está entre lo visible y lo invisible, generalmente, escondida. Hay que buscar la ficción en la historia y la verdad en las novelas. No hay textos más mentirosos que las Memorias”.

“Escribir. Escribir fuera del margen, desde los recovecos de la historia y más atrás: desde el relato fragmentario de lo que hubiera sido. Sumergirse en la fragua de lo imposible, encontrar y perder los rastros, la semejanza, la diferencia, el parecido, los decires, sus huellas.”

El mundo es paródico

En la novela Repetir la Cacería, “no es el argumento, sino la forma en que se presentifican las acciones y el devenir de los personajes lo importante. Más aún, lo esencial es el montaje: el texto avanza con breves epifanías que dan a la superficie de la historia una textura inesperada”. La escritora chilena Diamela Eltit, así se refería en la presentación del libro: “Repetir la Cacería es también una invitación cultural, un desafío de citas cruzadas en un movimiento deliberadamente continuo, inacabable.
Fragmentos, ecos de fragmentos que comparecen para augurar la literatura como un territorio lingüístico dotado de una feroz y potente arqueología. Excavaciones, ruinas ilustres que actúan como cotas, como vallas históricas que indican las curvas y las curvaturas en medio de un camino sinuoso”.

“El procedimiento en Repetir la Cacería, alcanza todavía una audacia mayor, porque también se hace arqueología de novelas ya publicadas por Liliana Heer, quien se re-cita, se re-corre y disemina sus fragmentos entrelazándolos a relatos diversos: fusionar, hacer converger lo propio y lo ajeno, ejecutar un tema descubierto por otros, introducir personajes prestados: prolongar el giro del carrusel.”

“Técnica oficiosa. El desprendimiento, la proliferación incesante de un texto que se ata locamente o de manera lúcida o sigilosa a otros textos para entregarse al vértigo de una apropiación perpetua, que permite, precisamente, la existencia, la coexistencia y la persistencia de lo que algunos de nosotros denominamos literatura. Liliana Heer en su novela, escoge esa ruta. Difícil, compleja, si. Apasionante.”

Verbo: ser: vehículo del frenesí amoroso

Así como la sagrada  AGLA hebrea encierra jeroglíficamente todos los misterios del universo, la escritura de Liliana Heer encierra imágenes paródicas. Laberinto en que se extravía el hilo de Ariadna. Escritura que quebranta las leyes de la naturaleza. Confusión. Metamorfosis continua. Subversión desgarrada del dios que muere. Goce imperativo en la pesada animalidad de la muerte: Pretexto Mozart, texto donde la autora indaga el funcionamiento del lenguaje en la psicosis, a través de aforismos, equívocos, juegos de palabras. Fragmentos en los que domina la cordura. En otros, la locura. Frontera entre dos mundos. “Facta factorum, transitividad de hipótesis. Hay algo más: la creación tiene el sabor del instante, exento de regateo, lo demás: tierra de estiércol. Facta factorum, la creación no es un hecho: es un acto. Comprime, yuxtapone, impulsa.”


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