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Liliana Heer
Contratapa
Prólogo
Giacomo Joyce
Versión anotada
Cronología de Joyce
Presentación
Reseñas
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©2003
Liliana Heer |
25 En escorzo, la pregunta de Cranly a Stephen en Retrato:
“ --Dime, por ejemplo: ¿serías capaz de desflorar a una virgen?”
A lo que Stephen responde cortésmente:
“ --Pero, ¿no es lo que constituye la ambición de la mayor parte de los hijos de familia?”, p. 256.
En Ulises, a propósito de “Querida Sucia Dublín”, Joyce describe, utilizando una expresión similar a la que emplea en Giacomo, vestales maduras y piadosas extrayendo peniques con la hoja de un cuchillo para observar Dublín desde la cúspide de la columna de Nelson:
“Se ponen los sombreros y las mejores ropas y llevan paraguas por miedo a que se largue a llover.
--Vírgenes prudentes -- dijo el profesor Mac Hugh.”, p.173.
26 “Si pol?”: en buen triestino “Se pol?”, y en italiano “Si pué?”: ¿Puedo? ¿Es permitido? La expresión propia de un sirviente pidiendo permiso para entrar a un cuarto es usada por el bufón Tonio cuando empieza su prólogo a Il Pagliacci de Leoncavallo.
Joyce introduce con frecuencia la interrogación no para continuar la escena sino para recaer reflexivamente sobre el personaje. El empleo de esta técnica cobra su máximo desarrollo en el anteúltimo capítulo de Ulises: “Ítaca”. Preguntas, formuladas y respondidas con un tono de impersonalidad y distancia casi científica, recapitulan información y amplían ciertos temas relacionados con la música, los deberes cívicos, la historia, los recuerdos familiares, las diferencias raciales y religiosas.
27 Por transposición en Retrato: “Tiempos de Dowland, de Byrd y de Nash”. Autores de canciones que atraían a Joyce.
“Toco ligeramente, cantando con suavidad, la lánguida canción de John Dowland. Loth to depart...” No un título para una canción, pero sí un nombre genérico para una tonada de despedida. Es probable que Joyce tuviera en mente la canción de Dowland: “Now, O now, I need must part”.
En Stephen el Héroe, Editorial Lumen, Barcelona, 1978:
“Ella le pidió que cantara, y cuando cantó una canción de Dowland, ella le preguntó si no les cantaría una canción irlandesa. Stephen pasó una mirada desde sus ojos a la cara de Hughes y se volvió a sentar al piano. Le cantó las pocas melodías irlandesas que sabía...”, p. 156.
“Ojos, ojos abiertos entre las lobregueces del deseo, ojos por los que la aurora rompiente se torna oscura. Su gracia lánguida, ¿qué era sino un encanto de rancias galanterías? ¿Y qué su esplendor sino brillo de espuma sobre el cieno de la corte de un lujurioso Estuardo?”, Retrato, p. 242. Salvo el cambio de nombre, la correspondencia es total: Stuart por James, el apellido por el nombre: James Stuart.
James, nombre autobiográfico, figura como personaje en los tres primeros cuentos de Dublineses: “Las hermanas”, “Un encuentro” y “Arabia”. Versión castellana de G. Cabrera Infante, Editorial Lumen, Barcelona, 1972.
Con mínimas alteraciones, esta oración ha sido incorporada a Retrato:
“Y paladeó en el recuerdo vinos ambarados, dejos espirantes de dulces canciones y esplendores de pavana, y vio con los ojos de la memoria gentiles damas, las bocas contraídas por un gesto incitante, muy atentas a sus martelos desde los balcones de Covent Garden; y mozas de mesón, llenas de lacras; y casadas rozagantes, rendidas a sus seductores entre besos y abrazos y caricias.”, p. 242.
28 “La dulce belleza de la palabra latina rozó la obscuridad de la noche con un roce más tenue y más persuasivo que el de la música o el de una mano de mujer. Y las almas de ambos quedaron aquietadas. A través de la obscuridad pasaba silenciosamente la figura de una mujer tal como aparece en la liturgia de la iglesia: vestida de blanco, débil y esbelta como un muchacho, el ceñidor amplio y caído. Desde un coro distante llegaba su voz, frágil y de timbre agudo como la de un niño: primeras palabras de mujer que atraviesan por entre el misterio y el clamor de la pasión del Domingo de Ramos.”, en Retrato, p. 254. La escena como ficción ha sido trasladada a París en Giacomo.
“quia frigus erat” (en latín) Porque hacía frío.
“Y estaban en pie los siervos y los ministros que habían allegado las ascuas; porque hacía frío, y calentábanse: y estaba también con ellos Pedro, en pie, calentándose.”, El Nuevo Testamento, San Juan 18:18.
“Haec dicit Dominus: in tribulatione sua mane consurgent ad me. Venite et revertamur ad Dominum...” (en latín): Esta -oración- dice el Señor: una tribulación a causa del espíritu se levanta hacia mí. Ven y volvamos al reino.
Desde“Sobre los peldaños del altar mayor...” hasta “...Venite et revertamur ad Dominum...” la postración del ministro y la lectura de Oseas 6:1‑6, comienza la muchedumbre de Viernes Santo.
Oseas: profeta menor originario de Israel, del 785 al 725 a. C. Predica en la tribu de Benjamín. Su misión es advertir la derrota como castigo por la infidelidad del pueblo de Israel a Dios (Yahvé). Es el primero de los profetas en dar valor a la esperanza. De los profetas de Jesús. Los profetas de Israel y los principios del judaísmo, Ad. Lods, Tomo 42, Editorial U.T.E.H.A. Méjico.
Oseas enuncia por primera vez la metáfora conyugal en La Biblia; propicia la alegoría de El Cantar de los Cantares, alianza entre lo visible y lo invisible que Shakespeare retomará en La Tempestad y en Hamlet. Lacan y Joyce apelan a “la lección de Oseas” para introducir la diferencia. Oseas tiene un saber sobre el sexo, en contrapunto a la pasión del Dios Yahvé por la ignorancia. Jaques Lacan, El Reverso del Psicoanálisis, Editorial Paidos, Buenos Aires, 1992.
En Joyce, la lección de Oseas plantea una estructura de distribución del goce; no el amor imposible sino la imposibilidad amorosa que conduce a interrogarse, a repetir la pregunta sobre el símbolo y luego al acto de escritura.
“Ella está de pie junto a mí, fría y pálida, vestida con las sombras de la oscura nave del pecado...”, algunas de estas imágenes son usadas con diferente implicación en el poema de Joyce “Nightpiece”, fechado en Trieste. Ver Nota 14.
“No llores por mí, ¡oh hija de Jerusalén!” Otra vez el enlace entre judaísmo e Irlanda. Esta emoción amorosa le servirá para desarrollar aquella que diez años antes viviera en Irlanda. La joven de Stephen en Retrato simboliza a la raza irlandesa así como Amalia Popper en Giacomo representa a la judía. Hasta aquí la raza es tratada como un tópico de diferencia y referida a personajes femeninos; recién en Ulises, con la creación de un protagonista masculino judío e irlandés, Joyce se apropia con cabal destreza, según Ellmann, del intercambio de dos razas.
29 La primera persona en Giacomo retoma la secuencia en el lugar donde los hechos se desarrollan: “Expongo Shakespeare al dócil Trieste...”
En el discurso sobre Shakespeare, Stephen declara:
“Las imágenes de otros varones de su sangre le serán repelentes. Verá en ellas grotescos intentos de la naturaleza para predecirlo o repetirlo a él mismo.”, Ulises, p. 222.
Ellmann narra en James Joyce:
“El 11 de noviembre de 1912 Joyce pronunció la primera de una serie de conferencias sobre Hamlet solicitadas por la Universitá del Popolo...”, p. 382. No se han conservado al parecer los originales.
La teoría sobre Hamlet será expuesta por Stephen, discurriendo sobre el padre y el hijo, en Ulises. (Ver prólogo).
30 “Slowly uncoiling, falling hair”. En la frase se reiteran cuatro palabras que pueden ser leídas como un verso; en inglés el verso se mide por el acento y no por la cantidad de sílabas. En el discurso joyceano puede apreciarse la repetición de vocablos, rimas y aliteraciones que producen efectos fónicos de significación.
También aparece Dante en Retrato, la cita corresponde al Diario de Stephen, fechado Abril 15, después de narrar un encuentro en el que ella le preguntó si estaba escribiendo versos, y él había respondido con otra pregunta: “¿A quién?” Contestación que alude a la necesidad de una musa, sostén y clarividencia del acto creativo:
“Cierro la llave del grifo y abro el aparato refrigerante heroicoespiritual patentado en todos los países e inventado por Dante Alighieri.”, ps. 262/ 3.
“... Ata/ El cinto por mí y enlaza este cabello/ con cualquier nudo sencillo.” Versos sobre la muerte de Beatriz que pertenecen a Los Censi de Shelley (1821).
En Retrato, Joyce se refiere a Shelley en conexión con Santo Tomás para desarrollar el concepto de quidditas o esencia del ser:
“Esta suprema cualidad es sentida por el artista en el momento en que la imagen estética es concebida en su imaginación. La mente en este instante ha sido bellamente comparada por Shelley a un carbón encendido que se extingue. El momento en el que la suprema cualidad de la belleza, la neta luminosidad de la imagen estética, es aprehendida en toda su claridad por la mente, suspensa primero ante su integridad, y fascinada por su armonía, la luminosa y callada stasis de la deleitación estética, estado espiritual semejante a aquel otro del corazón, al cual, usando una frase casi tan bella como la de Shelley, el fisiólogo italiano Luigi Galvani llama el encantamiento del corazón.”, p. 220.
31 “¡No, no! ¡Seguramente la suerte del infierno no me abandonará!” Esta expresión sintagmática es una de las formas de blasfemia que Joyce utiliza con frecuencia: una marca de estilo. Aquí, ante el temor y lo inexplicable. La blasfemia, gramaticalmente, aparece después de la negación, irónica y transgresora.
Algunos autores atribuyen a su educación jesuítica el gusto de Joyce por la ironía fría y sacrílega. Su hermano Stanislaus llegó a escribirle después de haber leído el episodio “Circe” en Ulises:
“Indudablemente es de temperamento católico. Este meditar el más bajo orden de lo natural, esta revocación y exageración de cada uno de los detalles y del abatimiento espiritual que les acompaña, está en el más puro espíritu de confesionario. Tu temperamento como tu moral católica, es predominantemente sexual. El bautismo ha dejado en ti una fuerte inclinación a creer en el mal.”, carta del 7 de agosto de 1924.
32 “...bellos como los ojos de un antílope.” Imagen combinatoria que también escribe en Retrato:
“...en el rellano de la escalera, como una jirafa que estuviera desmochando las ramas altas de los árboles en medio de una manada de antílopes; el grave e inquieto prefecto de la congregación; el rollizo profesor de italiano, con sus ojos picarescos.”, p. 198.
La metáfora, como sustitución, se da en este caso por contigüidad en la mirada de los hombres.
“¡Dios libidinoso!”, exclamación que condensa el sacrificio y el dolor que la medicina, orgullosa de su poderío ejerce sobre el inocente cuerpo de una virgen. Una vez más el nexo entre sexualidad y castigo. Miss Popper encarna en la ficción joyceana a la doncella inmaculada de todos los textos anteriores a Ulises. Giacomo es el último texto donde la mujer es sagrada.
Según Richard Ellmann, James Joyce:
“La signorina Popper sobrevivió a la extracción de su apéndice y pronto volvió a las clases de inglés...”, p. 382.
33 El instante de dolor ha devenido automatismo, repetición, inocencia animal, calma. Pájaro de la cotidianeidad, no del espíritu.
El final del párrafo, por resonancia rítmica y fónica, simula ser el gorjeo de un pájaro: “...twittering happily, twittering and chirping happily.”
34 El comentario es directo, Joyce le ha dado a leer el manuscrito que venía publicando Ezra Pound por entregas y lo ha discutido con Amalia Popper. Según Richard Ellmann en Giacomo Joyce:
“Algunas referencias a los libros de Joyce extienden la composición de Giacomo a una fecha más tardía. El, difícilmente podía haber tenido un sueño sobre Ulises antes de 1914, el año en que, como siempre dijo después, el libro tomó forma por primera vez en su mente. Y le muestra a su alumna por lo menos algo de Retrato. El comentario de que no había sido sincero, habría sido apropiado particularmente si ella hubiera leído el tercer capítulo, donde Stephen detalla y maldice sus pecados. Este capítulo existió en forma de manuscrito desde 1908, pero solamente en junio de 1914 Joyce lo tipeó para enviarlo a The Egoist en Londres, donde la novela se publicaba por entregas. En ese entonces él evidentemente tenía otras copias, ya que le prestó una a su amigo Italo Svevo, y menciona que le prestó otra a su alumna. Todavía estaba trabajando en los últimos dos de los cinco capítulos del libro. Parecería que los sucesos y estados de ánimo traspuestos en Giacomo tuvieron lugar entre los fines de 1911 y mediados de 1914. Aunque Joyce haya utilizado algunos fragmentos en notas anteriores, no pudo haberlo escrito entero antes de fines de junio de 1914.”, p. xv.
Más allá de las hipótesis acerca de la extensión de Giacomo en años posteriores a 1914, es indudable la recurrencia de ciertos interrogantes, fragmentos extrapolados con mínimas alteraciones de Giacomo a Ulises específicamente relacionados con el tema de dar a leer sus textos:
“¿Quién leerá nunca en parte alguna esas palabras que escribo? Signos arrojados sobre un campo blanco (...) Ella confía en mí, su mano suave, los largaspestañas ojos.(...) ¿Ahora dónde en nombre del tierno infierno la estoy trayendo detrás del velo? En la ineluctable modalidad de la ineluctable visualidad. Ella ella, ella. ¿Qué ella? La virgen ante el escaparate de Hodges Figgis, el lunes, buscando uno de los libros alfabéticos que tú ibas a escribir. Aguda mirada le lanzaste. La muñeca dentro del bordado lazo de su sombrilla. Ella vive de pesar y bagatelas en el parque Leeson: una mujer de letras.”, p. 80, (el subrayado es nuestro).
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