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       Liliana Heer 
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  Primer capítulo (castellano) 
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Liliana Heer  | 
  
       Reseñas de  Hamlet & Hamlet  
   
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      Por suerte, en la Argentina, el teatro ya  tiene  quien le escriba 
        Por Jorge Dubatti 
        TIEMPO ARGENTINO,  10 de Abril de 2011 
        
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      Como registro del presente o como  indagación del pasado, el libro es un aliado del teatro, guarda su memoria y  favorece la multiplicación de puestas en escena. Una visita guiada por los  emprendimientos más significativos impulsados por el Estado o por editoriales  privadas.  
         
      En los últimos años, la abundancia de  publicaciones argentinas vinculadas con el teatro es otra señal de la riqueza  de la actividad escénica local y de la existencia de un público fervoroso,  interesado no sólo por ver teatro, sino también por leerlo. Incontables  ensayos, revistas y ediciones de textos demuestran que hoy, en la Argentina, el  teatro tiene quien le escriba. 
        Un rápido paseo, no exhaustivo, sobre algunos libros aparecidos en los últimos  meses, resulta revelador. Empecemos por la acción estatal: es loable la tarea  que cumple el Instituto Nacional del Teatro, cuyas ediciones son de  distribución gratuita. De sus muchas publicaciones hay que rescatar  especialmente los tres “tomazos” (unas 2500 páginas en total) de la Antología  de teatro latinoamericano, coordinada por Lola Proaño-Gómez y Gustavo Geirola,  que reúne obras y estudios del teatro de todos los países del continente,  facilitando la circulación de grandes autores (el cubano Abelardo Estorino, el  chileno Ramón Griffero, el ecuatoriano Peky Andino, la peruana Sara Joffré y la  venezolana Xiomara Moreno, entre otros muchos) cuyos textos no llegan a nuestro  país. También del INT es la Antología de obras de teatro argentino desde sus  orígenes a la actualidad, hasta ahora seis tomos armados por Beatriz Seibel, en  los que se realiza una historia del teatro nacional a través de sus textos  clásicos, de los primeros sainetes urbanos y gauchescos del siglo XIX (El amor  de la estanciera, El valiente fanfarrón y criollo socarrón, etcétera) hasta  Florencio Sánchez y Gregorio de Laferrère a comienzos del siglo XX. 
        También estatal y muy valiosa es la producción editorial del Fondo Nacional de  las Artes, en la que cabe destacar el libro-objeto Saulo Benavente. Obra  escenográfica, investigación, textos y recopilación de material gráfico de Cora  Roca. El tomo reproduce bocetos y fotografías de muchas de las escenografías realizadas  por Benavente para el teatro, la ópera y el cine. Un lujo de calidad gráfica y  de estudio. 
        Entre las iniciativas institucionales privadas sobresale la publicación de  Caaporá. Un ballet indígena en la Modernidad, al cuidado de María Elena Babino.  Se trata del proyecto de ballet que el escritor Ricardo Güiraldes (el autor de  Don Segundo Sombra) y su amigo Alfredo González Garaño (coleccionista y pintor  amateur) elaboraron a partir de la recreación de las leyendas del “urutaú” y  del “diablo indígena”. El proyecto consta de un guión manuscrito y tres  versiones mecanografiadas por Güiraldes y de un conjunto de pinturas de  González Garaño, con la intervención de Güiraldes (quien también pintaba y  dibujaba) en algunos casos. El guión y las pinturas habrían interesado al  célebre bailarín Nijinsky (que visita Buenos Aires con Les Ballets Russes en  1917), quien a su vez habría entusiasmado a Igor Stravinsky para la composición  de la música. La enfermedad mental del bailarín finalmente se interpuso en la  concreción del proyecto, que quedó inconcluso hasta nuestros días. El libro es  una joya: reproduce el manuscrito del guión y las pinturas del ballet con alta  fidelidad. 
        Entre las antologías de piezas teatrales cabe destacar Sainetes, cabaret, minas  y tango, compilación de Sirena Pellarolo (Corregidor), que contiene las obras  (tan olvidadas como geniales) El cabaret, de Carlos Mauricio Pacheco, Los  dientes del perro, de José González Castillo y Alberto Weisbach, El cabaret de  Montmartre, de Alberto Novión, Armenonville, de Enrique García Velloso y La  borrachera del tango, de Elías Alippi y Carlos Schaeffer Gallo. Hay otra  antología, dedicada temáticamente a las relaciones entre el teatro y el agua:  se trata de El agua y la creación dramática, publicada en Formosa, producto de  un Seminario Nacional e Internacional de Dramaturgia, que reúne textos de  autores de distintas provincias argentinas (María Cristina Castro, de San Juan;  Guillermo Meresman, de Entre Ríos; Soledad González, de Córdoba, y muchísimos  más) y de otros países: Uruguay, Brasil y Paraguay. 
        En el otro extremo del país, Tierra del Fuego, la Editora Cultural de dicha  provincia dio a conocer Historias liminares, dramaturgia de Eduardo Bonafede,  que incluye seis obras de este valioso autor: Haruwen Ma-Hai (Tierra de  espíritus), Un sueño diferente, Las Goletas. Un sainete fueguino, Sabandijas y  sanguijuelas, El velorio de la azafata y 778 –Pabellón Sur.  
        Dos volúmenes se hacen cargo de la vida y la obra del gran actor español  Narciso Ibáñez Menta. Por un lado, Leandro D’Ambrosio y Gillespi (el músico)  plantean un recorrido por la totalidad de la biografía del protagonista de El  hombre que volvió de la muerte en El artesano del miedo (Corregidor). Por otro,  con erudición apabullante, Graciela Beatriz Restelli dedica casi 600 páginas (y  mucho material iconográfico) sólo a la infancia del gran actor en Narciso  Ibáñez Menta: esencialmente un hombre de teatro (Tomo I: de “Niño Ibáñez” a  “Pibe Narcisín”) (Dunken). 
        Otra joyita es Hamlet & Hamlet, de Liliana Heer, ilustrado por Rep  (Paradiso). Inspirado en la obra de Heer (en la que Hamlet, más de 400 años  después, regresa de la muerte y enuncia nueve monólogos). Rep propone un dibujo  en colores (tapa) y diez ilustraciones en blanco y negro donde Hamlet siempre  aparece con la boca torcida (en la nuca o al costado de la cara) y donde los  Vladimiro y Estragón de Esperando a Godot se transforman en Rosencrantz y  Guildenstern de “Esperando a Hamlet”. 
        Otra antología valiosa es Dramaturgas argentinas de los años 30, compilación de  María Claudia André (Nueva Generación), que convoca obras de Alfonsina Storni,  Salvadora Medina Onrubia y de las menos conocidas (y tan interesantes) Lola  Pita de Martínez, Alcira Olivé y Alcira Chaves de Vila Bravo. En una línea  diferente, el sello independiente TBK (que dirige el actor Héctor Segura)  publica en Ciclo Incierto (dos tomos) obras experimentales de jóvenes  dramaturgos argentinos.  
        Hay muchos otros libros... Pero para cerrar este rápido paseo, elegimos un  volumen universitario de gran formato: La música dramática en el Seminario de  San Antonio Abad de Cusco. Estudio crítico, análisis y transcripción de  comedias, jocosos, romances, cantadas, juguetes, mojigangas y tonos humanos de  los siglos XVII y XVIII, dirigido por Diana Fernández Calvo (EDUCA). Se trata  de la nueva publicación del Equipo del Instituto de Investigación Musicológica  “Carlos Vega” (Facultad de Artes y Ciencias Musicales, Universidad Católica  Argentina), en la que se rescatan, estudian y transcriben expresiones  fundamentales del teatro musical y la música dramática en Hispanoamérica en el  período colonial. En suma, un panorama editorial vivo, rico y estimulante por  donde se lo mire. ¿Quién dijo que el teatro no se deja leer?  
      TIEMPO ARGENTINO  
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